Era una noche de verano y
elogio
un presentimiento de agua
rutilante.
Tanto deseo atravesó
Tanto deseo atravesó
la luz y los destellos del mar
que era su destino el vestido floreado del bosque.
que era su destino el vestido floreado del bosque.
Hábil regocijo. Blandas
ataduras.
El día celebra la muerte de la noche
El día celebra la muerte de la noche
hasta hacer tangible el tiempo
en los zarzales azulados de tus
ojos.
Aquí la plenitud del verdor irresistible,
a veces saca las ideas
hacia la blanca ceniza del
mundo,
y todo suma y no resta,
sobre tus labios la clara
savia de azahar.
Ivette Mendoza