Estas
farándulas aterradoras
que eran algarabía del espíritu,
¡Qué emoción! así de pronto,
dejaron de ser pura melancolía,
cómo sus artimañas apocadas,
sus pálidas bromas sombrías;
se tornan, raudas, palpitantes,
como luceros brillando en lo cerros.
que eran algarabía del espíritu,
¡Qué emoción! así de pronto,
dejaron de ser pura melancolía,
cómo sus artimañas apocadas,
sus pálidas bromas sombrías;
se tornan, raudas, palpitantes,
como luceros brillando en lo cerros.
Ivette Mendoza