El
caníbal daltoniano corre
con
sus dientes clavados en mis sienes
como
si me llegara más rápido el hambre que la sed.
La
herida que deja la regresión
es
la substancia liber,libera,liberum en puntos suspensivos
hasta su propia suerte asper, aspera, asperum.
Y
coloreado con el oprobio con el que se verifica el tiempo
ese
pigmeo que ensalza la vida con los últimos conocimientos
con
los últimos párrafos que en verdad son guiones
y
el engranaje orbital con su último palpitar en la foresta.
Martes
delirio y martirio de ojos hambrientos
que
se ponen de rodillas a la hora del rosario
en
la iglesia donde mucho se recoge una gorda limosna
y
uno que otro sobrepone en la bandeja de las confesiones.
Un
día más ante el pecado expondrá sus santidades
de
tanto pecar solo llanto mea culpa, mea culpa
y
de mirar sus arrepentimientos cara arriba, piel debajo
como
diciendo: “Vir
sapiens, pauca loquitur”
no
volver a ver hacia atrás, va el miedo por delante.
Ivette Mendoza