Rememorado consuelo de mi llorosa
pena
Clavando en la penumbra de los días;
Con la oscura melodía de tus ojos fúnebres
Y sombríos,
Que se ocultan tras aquella opaca
nube.
Nuestras huellas cabalgan hasta la
calle índigo
A recomponer mi alma y sacarla
De la tierra del espanto.
Por ahora y siempre
Vuela apacible con sus blandas
alas
Eternizando los minutos y el aire.
Cándidos girasoles, tú farol
lumbroso,
Nacarada esperanza en el entorno
mío,
Nacaradamente alejan el pensamiento
triste
Volveré
Podré
Batir las máscaras rumiando
Los placeres nuestros.
Ivette Mendoza