Estampillado y entumido terrenal
Estampillado y entumido
terrenal,
anonimizando allí como ese
musgo moratorio,
en la grupa del tiempo sobre
el piélago.
No más el gélido fuego que
apagara a aquel lobo
dormilón que, a la sombra de
su tribuna decimal,
acoge al pájaro beato todas
sus ofuscaciones.
La lágrima mística que verá
mistificar auroras,
por ese ordenamiento, sobre
la montura de un
reino triste en un colocho
crepuscular.
La angustia lluviosa de los días
que en las máscaras
incorruptible se nos hace más
arduas.
Y ese entumecimiento de la
cruz,
los diamantes siniestros que,
flácidos,
perciben hacia lo
obsesivamente imaginado.
La pupila de Homero como un
periscopio inmóvil.
El torbellino abarcador que,
cual palanca incontestable,
viene a dar una caída
astronómica.
No más esa carátula de
atribulación en ventana virtual
apuntalando, sosegada, el
perfil de la vida
y un cúmulo de pixeles,
trotamundos,
derrumbando el ocaso desde el
patíbulo del egoísmo.
Ivette MendozaFajardo