En el precipicio del sufrimiento
En el precipicio del sufrimiento, los ecos silban,
esparciendo el parnaso del dolor en el
vasto horizonte.
¿Qué sagrada genuflexión alberga el templo sombrío,
cuya cima, que escasamente percibido, instiga?
Poseidón de centella de rosas, surge de la irresolución,
sé el fanal para aquel que en la puerta
duda y tirita.
No llora, Diana sobre este lienzo de bruma,
sostenida apenas por distancia, eones y un átomo
dividido.
¿A qué torrente de sombras arrojarás la
aflicción del atrevido?
¿Qué maratón surrealista disimulará la
ausencia?
Los riesgos rodando hueco cambian, de
obsidiana y vehemencia,
de cuerpos exhaustos al escuchar el llamado
divino.
En la vitamina del día, los peregrinajes al
portento duelen,
y en el galanteo lento del reflejo, ya no incomoda
tu epidermis.
Un poro se inmola, y tu testimonio brilla
con luz escandalosa,
el círculo vuela hacia otra hipocondría.
Un emoticón es un cristal erosionado como dos
rayas
en muto acuerdo.
Bajo un sol gélido, los sauces llorones
devoran,
arrancan el latido temeroso de los que aspiran
eternidades.
¿Cómo parecerme con el ayer, si hoy
despierto diferente?
Que no haya amparo para tales sonrojos,
¿quién detendrá la malevolencia en el plano
terrenal?
¡Oh escucha la mano que deja correr lo ya
sobrevivido!
On the Cliff of
Suffering
On the cliff of
suffering, the echoes whistle,
scattering the
Parnassus of pain across the vast horizon.
What sacred
genuflection does the shadowy temple hold,
whose summit, scarcely
perceived, provokes?
Poseidon of rose
lightning, rise from irresolution,
be the beacon for the
one who at the door hesitates and shivers.
Diana does not weep
over this canvas of mist,
held aloft merely by
distance, eons, and a split atom.
To what torrent of
shadows will you cast the affliction of the daring?
What surreal marathon
will disguise the absence?
The rolling hollow
risks change, from obsidian and vehemence,
from exhausted bodies
hearing the divine call.
In the vitamin of the
day, pilgrimages to the wonder hurt,
and in the slow
courtship of reflection, your epidermis no longer troubles you.
A pore sacrifices
itself, and your testimony shines with scandalous light,
the circle flies
toward another hypochondria.
An emoticon is a glass
eroded like two parallel lines
in mutal agreement.
Beneath a frigid sun,
the weeping willows devour,
tearing away the
fearful beat from those who aspire to eternities.
How to resemble
yesterday, if today I woke up differently?
Let there be no
shelter for such blushes,
who will halt
malevolence in this earthly plane?
Oh, listen to the hand
that lets run what has already survived!
Ivette Mendoza Fajardo