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domingo, 20 de julio de 2025

El ocaso y la quimera

Ya la noche desciende, vivida bajo su brújula sagrada,
se transfigura en humo; le llueve un ritmo de paz.
Ronco, el silencio bruñe su lóbrego esplendor,
y la neblina me arrebata el rostro de mi quimera nocturna.
 
El viento del hombre —tenebroso y ritual—
se arrastra atado a mis brazos,
como buscando, en mí, la huella
de algo que aún late en la sombra.
 
Una angustia amoratada se desnuda hasta mis ojos:
un ocaso sostiene su equilibrio
sobre el filo de la miseria suspendida.
 
Bajo ramas de penumbra,
mi error se abriga y flagela la palestra
donde bullen lenguas de fuego y culpa.
 
El denuedo finge su sueño:
batalla el otoño con dulzuras que perforan lo inmóvil.
 
Y crece, insomne, la ascua que palpita en mi semblante.
Esa ascua… ¿acaso no soy yo?
Ivette Mendoza Fajardo


Universos púrpuras en nubarrón de verdades


Universos púrpuras se pueblan de mis sueños:
veo golondrinas volver al otoño de mi vida,
sus nidos velan sonrisas agrietadas por el fuego,
y me mece ese fulgor solluna, niña de mi aurora.
 
La fábula de un ojo tupido de arrebol
apacigua dudas repitiendo pálidos signos de dolor;
mi imaginación es Dulcinea que alza la mirada,
impulsa el mundo y hace lenta la espera del clamor.
 
Entre reflejos que derraman la tintura de la medianoche,
adormezco mi asombro con ofrendas de recuerdo;
una melodía crepita en el murmullo: sé que algo pervive.
 
El deseo renace en un nubarrón de verdades,
música inoxidable que estalla en cada aliento,
y contemplo prosopopeyas desplumadas alzando el vuelo.
Ivette Mendoza Fajardo