Cuerdas Demacradas
Yo soy el arpa, un laborioso amanecer
que enmienda gozosa sus grietas demacradas,
entre fusiles inquietos que revientan
fuegos
en el clarín sensual de mis ojos
angustiados.
La nostalgia —copiosa, secreta—
se trepa a la consigna de mis labios
y va más allá de sí misma,
naufragando en huesos de esferas
enguantadas,
como un barullo que no cesa de provocarme.
Un beso de celuloide, sagaz, perdido entre
muchos,
me reconoce en la flauta seductora del
infinito,
pausada,
pero desbocada y fuera de control.
Aturdida, remiendo con rabia esta hecatombe
irrefrenable
cuando apenas soy el sueño apegado a la
guitarra exultante,
y un iris que suspira los días, rasca la
espada de
mis astros invisibles.
Me entumece este antagonismo documentado,
corazones cauterizados de utopías
envueltos en melodías de suerte
inteligente.
Y me pregunto:
¿para qué nos hemos envuelto esta noche
en esta sinfonía tenebrosa, tensando en mis
cuerdas?
Ivette Mendoza Fajardo