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viernes, 25 de julio de 2025

La Noche No Me Ofrece Tregua

Con la sonora voluta, pintada de festines,
Agosto se pronuncia
con el descontento de la lluvia. El sol
sube rectamente, abundoso y asertivo.
Afuera, un fuego de meñique va atesorando
sus gurullos entre las almendras empachadas.
 
Toda la pálida belleza de la yerba impía
escarmienta en el flujo mustio de su sinfonía:
su cambiante mugir entre las agujas victoriosas
de su timidez,
cual índigo agitar sobre el terciopelo de su torbellino.
 
Ya nada, por la limosna mutilada de la fragilidad, se aventura
en esta hora enigmática de cielos disecados.
Y sus leves ruidos se mantienen, con sus manos vacías;
abiertos los collares de tintas china,
pasan las proyecciones del heno fresco de jolgorios
con hipnótico aplomo,
así como ventanas mentales de sus temores: temen
a los carniceros cristales intempestivos.
 
La noche es un retornar sobre las alambradas de placeres,
de vientres esponjosos.
La noche se incorpora a mi enorme melancolía,
y yo no pido tregua.
Ivette Mendoza Fajardo