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jueves, 10 de julio de 2025

El Fuego Magro de la Permanencia

Juntos arañábamos el fuego magro 
de la permanencia, donde lívidos 
paisajes —en brasas de dulzura— se sienten, 
y en la fuente del tacto tiritan con tu emoción.
 
Las chispas andan en puntilla; se creen 
desnudas, dispuestas a entregarse 
a tu ternura en fresas estremecidas.
 
Aunque la noche, allá a lo lejos, no palpita 
sus abanicos de brillo, en tus ojos persisten.
 
¡Oh voluntad divina! Mundos que dejo, 
fraternas rosas de la seda, vestidas de nubes, 
fueron el arte y las melodías fieles 
que cosecharon pentagramas y renombres
 
en el soñar de la esmeralda figurada. 
La medida fue esa rosa que, al unir, no hiere... 
Y qué angustia sentirá lo que allí subsista: 
tal vez el costado de la madrugada extensa.
Ivette Mendoza Fajardo