Silencio Codificado: Ruidos y Espejismos
Silencio mundano, cárcel de palabras no dichas,
descifrando tu esencia en cifras vulneradas.
Te revelo en la cadencia muda del agua amordazada,
y en la penumbra de una bruma enervada, te descifro,
destilando la amargura púrpura, gota a gota, ruido a ruido,
bajo el leve roce de tus labios, cuarzo y mica.
Tu humor, fruto maduro del azar,
electrifica el aire, carga cada partícula de mi ser.
Pasión, nuestra fusión estelar en la vastedad,
pospone las mordidas pétreas; tejamos juntos
la tela de nuestra coexistencia,
mientras un torbellino de ímpetus prístinos nos promete el
infinito.
Mi espíritu, anclado en la constelación de tu aliento,
captura los ecos de un sol difuminado,
negándose a disolverse en el vacío del olvido.
Tus manos, refugio sagrado, preservan mi esencia,
mientras un nuevo astro brota en la oscuridad,
un destierro silente iluminado por la certeza de tu
existencia.
En la nebulosa de tu suspiro,
mis alas de ave extraviada hallan descanso,
y en el enlace de tus dedos,
ninguna fuerza, ningún fragmento de cosmos,
podrá desgajarnos.
Ivette Mendoza Fajardo
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