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martes, 28 de enero de 2025

El Rocío de los Inversos

 Una piedra exogámica calibra mi clemencia;
resplandor espigado en la saliva de los días.
Una escultura hipertensa, se mueve dentro si
litigada por el tiempo,
entre la lámpara mellada y el té del paréntesis;
la salvación de observar la ritualidad del verbo
frente a la polisemia del sueño.
 
Solo una picadura de parábolas y ya,
el céfiro se resbala en mis nervios, catatónicamente
que una vez televisaron
los metales pleurales de la muerte nómada y la fetidez
del nudo desnudo,
plantado por el isotónico reflejo.
 
Imposible elevarse al goloseo recreo, y morir
y salir de las penurias y asumir
la vida automática enseñada;
imposible, como el diptongo del aire,
detener los fríos ábacos del no linaje,
vivir sin desenfado, retroceder
ante los resquicios de los contornos que nunca consintieron
el eón de la maldad entre el rocío de los inversos.
 
¡Cuánto tarda la conjetura en desenredar
la maraña del tiempo!
¡Cuánta vaguedad perpetua en el chacal de la calle!
Ivette Mendoza Fajardo