¿Quién transmutaría al roble fluido del ensueño acorde?
—Un vagón sulfuroso, desviado del tiempo,
la sinfonía de días petrificados, estaciones que lloran.
Irrevocable, este sendero oscurecido—
palabras extintas iluminan, llamadas 'poema'.
¿Presientes? ¿Cómo el agua atrapada en la mácula de
realidades disueltas,
expuesta [papiros desplomados], degustando la amargura?
No proclamaré, ni la eternidad de la fidelidad (bajo el
árbol calmante),
ni la complicidad de la vena de tormento que evade, ni la
hora alterada
—un vacío mendigo, tangente a
abismos: utopías/rendiciones,
la soledad de los orbes aceitosos
libera la jauría del delirio,
la sangre de equinoccios, quebrada.
Explorador de sensores, trueno que atraviesa, que dirige,
flecha fugitiva que agita el sueño; y yo,
en un vértigo unísono, lanzo mis huesos, cansados y
resignados,
en un callejón de martirios y abismos.
Declaro: la vida es excesiva, el tiempo declama en rocíos
manifiestos.
¿Curaría la madera engreída sus heridas abiertas?
Ivette Mendoza Fajardo
Poesía Experimental y Vanguardista