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martes, 26 de agosto de 2014

Dólar de noche

Por unos dólares más
Vendes tú alma al diablo,
Su verde toque tienta
Y abre las fatuas puertas,
Insensatas, alucinantes,
La tierra fenecida,
Por unos dólares más.

Por ese cóncavo anhelo
Que parte al alma en dos,
La desdicha obtenida,
El dólar, el verdor descorazonado,
La extraña suerte,
La aurora oscura,
Sacando la garras,
Pintadas de dulzura
Que navega atrayente
Por el bramido del mundo:
El Fondo Monetario Internacional,
Con sus colmillos profundos,
La elite eclesiástica:
Con el diezmo, con la colecta
Tontos, tuertos, ciegos
En la primera y última cosecha.

Por unas cuantas monedas
Entre las manos fuego,
Relumbra, verde espada
Que nace de la sangre
Y se multiplica luego,
Truenos en codicia
Entre el cielo y el averno.

Por unos dólares más
El mundo no tiene paz.
Ivette Mendoza
2014
 





MAR DE DÍA
Por un cabello solo
parte sus blancas venas,
su dulce pecho bronco,
y muestra labios verdes,
frenéticos, nupciales,
la espuma deslumbrada.
Por un cabello solo.

Por esa luz en vuelo
que parte en dos al día,
el viento suspendido;
el mar, dos mares fijos,
gemelos enemigos;
el universo roto
mostrando sus entrañas,
las sonámbulas formas
que nadan hondas, ciegas,
por las espesas olas
del agua y de la tierra:
las algas submarinas
de lentas cabelleras,
el pulpo vegetal,
raíces, tactos ciegos,
carbones inocentes,
candores enterrados
en la primer ceguera.

Por esa sola hebra,
entre mis dedos llama,
vibrante, esbelta espada
que nace de mis yemas
y ya se pierde, sola,
relámpago en desvelo,
entre la luz y yo.
autógrafo
Octavio Paz, 1935