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lunes, 2 de mayo de 2016

Aquí la noche atrapada



Aquí la noche atrapada en su martirio parapsicológico,
En su bola de cristal, en su cántaro roto.
Encumbra a  la soberanía del silencio,
Al valle de madera,  a pesquisar a los cielos.
Tres golpes del martillo, clavando, sonando
Para imitar la metálica voz del espejo.
Los tres pelos del diablo cantando
Las ansiedades de Dios que no puede expresar.
Más rojo que nunca, más incinerado que siempre
El diablo es diablo y no puede cambiar,
Cambia pero nadie puede ver su cambio
Y su cambio es una paranoia mimetizada.
Bajo el incesto de la estatua quebrada
La orgía de la teología y su vahído, balanceándose
Como el agua salpicada de salpullido,
Como la cólera demencial de las campanas,
Se balancea, se sigue balanceando
En los medievales templos del gallo
En la luxación de sus huesos de cemento
Y su paranormal puerta amarilla, la puerta sombría.
Y por los peldaños del calderón, su última función.
Ivette Mendoza