Los pedazos de cristales atraían sentimientos.
El amigo fiel. Con el chirrido
más sonoro.
Chiquilladas en la fuente adverbial,
tú.
El disco difuso despierto. El azúcar
imaginaria, dura
encalada noche eriza. El sol
esperma estampa.
La piedra fallida y fogueada.
La piedra santa.
Somos imperfectos habitado de
colores, incógnitos.
Una golondrina como suave caracol,
Una golondrina como suave caracol,
decires y entenderes tardanza
del invierno.
Cada pedazo de cristal agridulce
resbaladizo
por donde paso todo el tiempo,
mirándote.
El fino encuentro del decir en
la fábula mágica.
Aquí yacemos dormidos. Fluctúa
la balanza.
Una plétora de cosas. Como la
meditativa margarita.
Los entenderes cristalinos
añoraban manantiales.
Ivette Mendoza