De igual manera, en devaneo todo
sucedía
para que todo fuera gracia en lo
desgraciado:
la ráfaga fascinante de lejos me
fascinaba,
la impiedad por las orejas impedía implantarse
renegada a desabotonar la sombra anegada
calcetas en remedo de utopías todo
lo vería,
tal que el equilibrio arrimó arribista
y arrimado.
Morada del antílope en la fronda de Penélope
afónico al moverse afianza pugna de empujón
igual que nada y desigual designio y
desahogo.
En la bañera las cuchillas buscan a
las niñeras
y derechamente claman sus derechos a
la deriva.
El cuentacuenca recibe lo posible en
la imposibilidad.
Ivette Mendoza