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domingo, 4 de febrero de 2018

La lengua salida, los pies helados

La lengua salida, los pies helados  
el vestido de campana,
la lechuza que cruza de rama en rama
y ya no la veo,
Señor Quevedo, la espada la lleva candente
y como derrengado de la mente se ríe de
la reina, su reino y su gente.
Comediante bochorno. Pesado de bromas.
Yo como cabra loca todo se me alborota.
Picante bocadillo, Ud. Quevedo con su
chilito piquín me recuerda a un calcetín.
En mi medio locura, veo una lucha entre lo
vulgar y los ojos del señor Toledo. Me ve,
me desviste, le da miedo, tembló y tembló,
derramó su vino más sabroso y se hizo
el viejo baboso.
¿Por qué me pregunta Quevedo si a mi
me gustó?
Es que celos le dio del señor Toledo que
que con su mirada vulgar mi ciclo
menstrual en su vino, vino de amor se
detuvo y se embriagó.
!Ay es coja la reina!
y el vino la moja.
El pícaro sabe que al ver mis estrellas,
se pone a gozar aun en cama de acero,
¡Ah creced fruto del viñedo!
¡Bebed el vino del cáliz bendito!
Ivette Mendoza