En el instante de enchilar y quedar
enchilado
el chile quema tu sonrisa
como fuego lleno de furia en el
altar de los dioses.
Tus labios dirán que es verano y
contienen
tanto lo amargo como lo escarlata
picante.
Llamarada asombrosa, hasta el
enchilado suspiro,
el muslo se tensa, la mano une la irradiación.
En esta mesa tenemos
un deseo de amar y usar el infernal chile
como un eslabón para los
esperanzados.
¡Ay que diversión tan suicida!
¡Hay más chile que vida!,
¡Terremoto en el epicentro del alma!
Veo explotar la bomba del tiempo,
en mi pensamiento anicaragüensado
con el nombre de acero
que deja los corazones rojos, rojos
de atardeceres.
El aventurero siempre busca el beso
enchilado
el que deja la vista inmóvil,
el que te sumerge en el ciego delirio
y te produce el sueño de no querer
despertar
¿Certidumbre o incertidumbre?
Es el instante de enchilar y quedar
enchilado.
Ivette Mendoza