Será que lleva algo en ti de corazón abierto,
la caricia del durazno que se hace invierno;
o esta admiración noctívaga de esencia,
el sabor a ternura de la tarde desabrida,
o un céfiro-brisa que llega y se lleva
el perfume silencioso de tus labios
que no terminan de besar
En mí está el tiempo
el todos los días
el pan y fruto
de tu alma.
Ivette Mendoza