Ley dorada
Contabilizando con rigor los flujos
muertos,
entre cifras limpias te registro:
balanzas del valor con que deliro,
distante en el monopolio de los inexpertos.
Te vendiste —bancarrota descubierta—
a girar una ley económica, dorada,
mientras una grapadora mastica el capital
circulante;
fue la competencia de la oferta gris,
sellada yerta
en balances y otros cuerpos en monedas
faltantes.
Devaluación sin rostro,
empírica.
Depósitos de los hilos en depreciación: sin
descuento,
no regreses a tejer renta impaciente.
Tiburón del tiempo fiscal, como un juego,
en mi frente osciló tu dividendo ardiente…
Aún deslizas tu demanda efectiva en el
flujo:
sola vienes a negar la deuda presente.
Contrato vacío.
Vibra.
Harina zurcida del horizonte
Harina de identidad dorada,
de merienda armónica,
sacia las baldosas;
arboleda de la sed,
en deshielo ancestral,
borra el horizonte.
Hojas zurcidas de sal,
en la escalera de la emoción,
se pierden.
Televisor que enmudece la religión:
pies de la justicia, en espina de oro,
agasajan.
Vaso lleno de adivinanzas,
sabor metal de sacrificios,
caído.
Nudos de miedo aterrizan en el aire;
mundos mártires que gimen,
solos.
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© 2025 Ivette Urroz.
Ivette Mendoza Fajardo
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