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jueves, 2 de junio de 2022

Esta es la rosa del soflamado silencio

 

Esta es la rosa del soflamado silencio:
Observar
cómo garabatea el tálamo diásporo imperial
en una masa flotante de recuerdos.
Observar
bajo el pistilo de libélula saturnina,
cual cariñoso y mudo idioma del destino
que corona mí cerebro con laureles.
Aspiro el caloroso aliento del plenilunio y
ahí en ligerezas la muerte enmudece y se desbroza.
Vidente relumbra con el cuerpo de la espera irredimible,
como un roce de fuego encantado y divino
mientras vislumbra y se expande en el pico del desierto.
Brisa que amamanta los segundos de la vertical
eternidad entre voces solitarias y hermanas.
Canasta irredenta de las trasformaciones su infantilidad
terrenal es un dios que sueña en las paredes invencibles
iluminadas de agua enceguecida entre figuras devorantes.
Soy un caracol inapelable que llora en el tranvía mortal
de asombros y negaciones; un manojo de ruegos varicosos,
que engalanada de harapos defiende un vigoroso
verbo infeliz encolerizado. 
Ivette Mendoza Fajardo