Horarios abigarrados al sarcófago de las lenguas
Horarios abigarrados al
sarcófago de las lenguas,
a la cereza ninfomaníaca del
olvido. Discurre la tristeza
buitre sin obsesión ni
posterior fraternidad.
La nobleza es un adobo de
versos que Babieca desgarra.
Aquí derrama El Cid el miedo insolente,
el estúpido corcel;
arrima, sin pavura besa el
suelo de tus peticiones.
Rocinante acoge rocín dentro
de su conciencia amenazante.
Un retozo de guerra es la
vasija del valor en la mitad del bramido.
Diluye el viento este minuto:
una armadura juega en su entorno.
Exorciza lejos; tu espada
está endiablada y es casi pendenciero
el metal injusto que te
consume la emoción sin rienda.
Escarnecen impetuosas
voces alfareras mientras reposas,
enlutado de pesadillas.
Delira una afirmación categórica.
Ivette Mendoza Fajardo