Tus caricias engendran vigorosidad entre mis venas tristes
Tus caricias engendran vigorosidad entre
mis venas tristes,
¡tu querencia de codicia estremece mis
simientes!
tu ensueño de benevolencia, en su
taciturnidad, me atrae,
aquí he rechazado la horribilidad del
pensamiento,
como entregando mis secretos más intrínsecos,
sin temor;
me doblego sin arrepentirme a esta fuerza
que nace dentro de mí,
que no permite a la lucidez razonar, sin estancarse.
Tus decisiones construyen prodigios en mi
rostro.
Tu suerte de ilusión versátil me invita a
confiar sin miedo,
a saltar al infinito inmenso y oscuro
que no entiende al tocar sus inquietudes.
¿Cómo puedo hallar el bienestar que desea?
Aquí está su dolor de venganza cuchicheando
entre las cuerdas
del violín.
Aquí reposa la almohada del misterio donde
el
alma descansa sus emociones que entretejiste
en noches de insomnio,
la embriaguez del tiempo que impresiona el
ritmo acuático de
las palabras enhiestas que se convierten en
leyendas
cuando se unen a este silencio de seducciones
prohibidas.
Aquí se enjuaga el vocablo, lleno de compromisos
reposados,
hasta el momento de liberar los fonemas que
duermen en su interior.
Your caresses engender
vigor in my sad veins
Your caresses engender
vigor in my sad veins,
your covetous desire
shakes my seeds!
Your dream of
benevolence, in its taciturnity, attracts me.
Here I have rejected
the horridness of thought,
like delivering my
most intrinsic secrets, without fear;
I yield without regret
to this force born within me,
that doesn't allow
lucidity to reason, without getting stuck.
Your decisions build
wonders on my face.
Your sort of versatile
illusion invites me to trust without fear,
to leap into the vast
and dark infinity
that does not
understand when it touches its anxieties.
How can I find the
well-being it desires?
Here is its pain of
revenge whispering among the strings
of the violin.
Here rests the pillow
of mystery where the
soul rests its
emotions that you wove on sleepless nights,
the intoxication of
time that impresses the aquatic rhythm of
the stiff words that
become legends like
when they join this
silence of forbidden seductions.
Here the word is
rinsed, full of rested commitments,
until the moment to
release the phonemes that sleep inside it.
Ivette Mendoza Fajardo