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miércoles, 12 de febrero de 2025

Pequeñas Aleluyas del Desatino

 Amparo acuático para el desatino resbaloso
de mi sueño reverente, estremecido por poesías refractarias de salpullidos,
de la bucólica sutura del viento primitivo que atosiga en el aire al terceto desertor,
encumbrando y desgarrando su castillo desidioso de marfil racional.
Los cantos locomóviles de mi laringe poseen manos y vértebras, párpados y
pestañas, piernas, alma en sueños, emociones,
longevidad mercenaria de hambre y pequeñas aleluyas
reservadas, estrictísimas, minúsculas, estrictísimas,
de fuselajes suicidados que braman y crean angustias furibundas,
inconformemente inconforme, engullen, instruyen, engullen,
“aunque les valga un pito”, “para luego estirar la pata”,
fabrican, fabrican lo mismo, malmatando los afanes,
honran el feudo babieca, el feudo del peñasco madroñal, babieca,
el feudo mineral, y son tabúes de siluetas, tabúes,
tabúes cuyas mandolinas sofocadas y tristes, tristes, arrumban
intrusivos coscorrones desde el vientre del comal,
y cuya milpa pimpante sostiene la simultánea amistad, aunque
“Dios los cría y el diablo los junta”, dentro de intervalos de alma
productiva.
Ivette Mendoza Fajardo