Topos Racionales
Jirón insigne, sin malabaristas digitados,
brinda gratificación a camisas rencauchadas, preferiblemente
forasteras.
Humeral melifluo de una casta pesarosa, con o sin enseres
recelosos;
se encarnizan piezas energúmenas, también se brindan
servicios de lavados de cabezas de almas sexagenarias.
Aquella fragancia a pellizco, tan potente como la espada que
la contempla,
emana del norte de los logaritmos occidentales,
al igual que maquinillas descalzas elogiadas,
y la voz de criptógamas en movimientos contradictorios.
El animal de lo cibernético sucesivo y la melodía de
Cromañón
se abrochan la bufanda colúbrido de la locura medieval.
Y aún el camino tecnológico ebrio, que cura en posición
enlistonada,
llora mientras camina por todas las esquinas de galaxias
idiopáticas
y se espulga a las urracas sobre terciopelo vivaz con cien
letras dominicales
por la izquierda.
Y frota el letrista de los topos racionales como un
cansancio que va
desde la pierna trasera del mundo más polémico, hasta
en aquella tienda desalmada que transfiere torpezas y desmanes
desnaturalizados.
Ivette Mendoza Fajardo
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUdMo5Jg1vniJ75W7UZ8cAdVG0Nacup0-yoGFLvFEzhDRnrFZaxBv2YySha6bxPBqM1DN6WO37-HhW0ZyWJASKV7LeLmKdYeZPiBzYAAnpp0VXE9u3H_8e3Ejiu41mlgfhy6RTuln7nblGXA1jxEvI2YH7oRMPjrsKnatYqvYcCGW0RX-7W1fzCrt5Zds/s320/wachapreague-7974344_640.jpg)