Fragmentos Otoñales
Como una locomotora cegada por la niebla,
la geografía de los pernos puntiagudos labra senderos
eluctables
entre el aroma del geranio amistoso y
el silencio sabatino de las súplicas.
Nadie ofrece, nadie palpa la suavidad del satén
en el consuelo.
Las cítaras del sollozo perfoliado
están exhaustas, hasta el punto de derramarse
sobre una nueva luna de espejo musical que cruza por el aire
buscando miradas en callejones desvencijados.
La avenida clama en soledad silvestre,
y entre los escombros que devoran las manías de una figura,
de cera selenita, se desvanece, pero,
¡aún flamea un estandarte hacia la abundancia inusitada de
besos
con investiduras casuales!
¿suplico absorta por un alba pacífica y duradera?
En un compartimiento lleno de fragmentos otoñales,
las rocas de la afonía chocan entre sí, transversalmente
y un crepúsculo altisonante y ciego se pierde entre tus
brazos.
Ivette Mendoza Fajardo