Lúdicos caminos en la oreja de la ventana
Quejosas adivinanzas de quetzales entre los salsifíes
Incluso en salvedad sosegada del manto primaveral
A la pantomima fumable de durazneros y rememoración de ocasos.
Altoparlante malabarista batanado en miel de jicote densa y dentada.
Corchos impúdicos decorados de jabillas como en
Mi cuerpo numérico, refugio oxímoron de letras
Termoelásticas.
Alma permeable de corazones blancos.
Tontada mareada guisa mis dedos
Que tocan tus labios y las alas rancias del teguy.
Veleidad jovial
Persiste, dobla y repica tener
Frambuesas fabulistas en nuestro lecho.
Ivette Mendoza