Aurora en la oscura antorcha de la ovulación
Rastro descalzado que Jamás pudo
morir en
La revuelta espuma de su alarma
nobiliaria
Llegando a los rincones del angular
punto
El manzano alquitranado
En mi pecho ve visiones curvadas y
estomacales
Bruñía una ardilla con su escarcela
de rebaño
Y su guante de elefante asistía a
una locomotora
Parturienta que tan solo le servía
de albedrio
A veces pasaba como altanera y pendenciera
Eso aumentaba el equilibrio de su
nombre exacto
Que acosar la partitura de mi presión
Arterial era su morbosa y calamitosa
Justicia sistólica, indomable en
morfemas
Y de indigestas arbitrariedades caía
desplomada
Me amaron separándose de mí
Me instalaron un semáforo en mi
vientre
Para que los carros pasaran como en
Avalanchas de cielos que se
derrumbaban
Oprimidos y pude entender el valor
Catatónico de mis días expiatorios
Yo era no más que una angustia
angustiada
Consumida en los barrotes noticieros
Que inventariaban máquinas en las
ingles
De niños pintorescos consumidos en
las
Aguas de la sinrazón
Ivette Mendoza