¡Buenos días mí amada primavera!
Buenos días, muy temprano desde mi balcón
aquí tratando de pensar en algo nuevo
pero algo
cotidiano.
Decidir y quedarme hoy tranquila en mi casa
o caminar de nuevo en la foresta y
consumir
un aire puro para meditar y
darle a lo nuevo un rumbo fijo y
seguro;
ahorrando las palabras y hacer más con
más hechos.
Explorar nuevos horizontes, caras
que nunca
me han visto, escribir capítulos más
nuevos
de la vida;
seguirle dando rienda suelta a las
ideas,
abriendo libros nuevos sin páginas tronchadas.
Dejarme impulsar hacia adelante por
el viento;
aún más estar perenne siempre de
cara al cielo.
No tengo tiempo de convencer al
mundo de
quien soy o para donde me dirijo,
la lluvia de sus palabras ya no me
mojan.
El invierno es largo y frio y no
puedo
espéralo con mi ropa empapada de amargura;
sus aires no me oxigenan,
resbalan por mi piel sin tocar las
profundidades de mi ser.
Quiero perderme en un cosmos infinito,
y
yo apuntando siempre en mis nortes
donde el sol brille pero que no arda
ni queme.
Darme cara a cara con rostros del
sentir humano
que podamos intercambiar nuestras
alas rotas
pero portadores de ese perfume
primaveral
que destila sabias intenciones.
Finalmente, brotar de nuevo desde la
foresta
a como brota el campo verde, la hoja de arce y
dejando que la luz empiece a brillar
sola.