Ángel estudioso en pentagrama de
otoño
Tímido sonido de aquellos ojos que
brillaron
Escarapela en la tempestead de
elixir gramático
La dadiva que conduce a la elegía dramática
Como dos ovejas livianas en su
pobreza
Contra la urraca del vendaval y su
palestra histórica
Todo aborrecía con marzo a tus pies
El hombre suicida saludando a su
himno lunático
Con la mueca fría de sus pies de
heno
Las ranas en las ramas de
arquitectura huraña
El dardo emoliente de alguna forma
amamantaba un truco solar
Era la cara hiriente de la catedral
valiente
Inmolándose en la sombra guillotina
Era el lapicero de lunares refulgentes
El anís de su espejo roto
traspasando
Su enagua rúbrica, sus zapatos en
llamas
El martillo fragmentado dentro de tu
piel
La vela que golpeaba con el látigo
del recuerdo
Los dragones dislocando los péndulos
de arena
La emancipación de la silla en arcoíris
colgantes
Y los hormigueros sobre sus celajes permanentes
Ivette Mendoza