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jueves, 27 de agosto de 2020

Cintas de colores


Cintas de colores, de voces de luces del tiempo insurrecto y
El eje cíclico de su figura retórica y divina reconquistaba su miedo irracional
Fagocitaban instigados por anhelos retorcidos en la dimensión de
Un viejo libro anatema que las últimas palabras escritas eran –muslo
A muslo, insurrección doliente en la huella y en el escalofrío de las lenguas
Torturadas, presentimientos y miramientos, mundos de hierro que
Se zambullen en el rigor eléctrico de la humanidad- Abusaron de sus
Impíos labios que temían contra la adversidad, de claveles perplejos que
Cruzaron los mares desconocidos  y al usarlos los malgastaban hasta que
Sentían sus aguas lastimadas, las rocas moribundas, los peces racionales
Sintieron el choque convincente de un alga desmenuzando un teorema
Penitencia, penitente remordimiento de madera, del clásico rosario
Apremiado por el deseo y la memoria de sabios con chispas de
Inmisericordias que refunfuñaban en los telares de la historia
Y yo me refugiaba en aquellos colores elocuentes donde me abrigaban
Paisajes emocionantes de mentol, un bombillo de sonido blasfemo
Me alumbraba y mi risa cargó toda culpa a cuesta para apaciguar
La verdad líquida que se evaporaba de entre mis dedos hasta su
Cuarta dimensión                    
¡Por mi culpa por mi culpa oh metáfora atónita en su binomio astral!
He dicho por mi culpa en tu destartalado viaje que por testarudez
Olvida el mundo terrenal que quedó arrugado por el tiempo
Viviendo sin pasión alguna…
Ivette Mendoza


Poemas 2018 Pintor


Pintor

Pintor, Salvador
paisaje.
Tu ventana, cincel mayor,
es tan alargada,
que solo entra una mirada,
y una silueta menor.
Pinta, el adiós.
Pinta gesto.
Por el óleo dispuesto,
!ay!, y cómo pintaba,
el tiempo,
el pintor.

¡Oh!, Luz, apaga, apaga

¡Oh!, Luz, apaga, apaga:
Juntemos nuestros corazones
bajo la sombra del almendro.
¡Oh!, sonido calla, calla:
Juntemos nuestros cuerpos
en el delirio del silencio.

¡Oh! rio, corre, corre:
Naveguemos juntos
que nuestras almas
se unen al rumor de las aguas.

¡Ay!, galleta de la fortuna

¡Ay!, galleta de la fortuna, dirige las cosas,
con voz absoluta , llega me abraza
¡Yo todo lo haría natural como hacen las rosas,
pero me ciega la luz de esta mordaza
de orden oscuro y obras siempre engañosas,
sombrío blancor ,vida y complemento,
ya me fatiga, dañoso sutil, eterno aliento,
algo escrito, algo transfigurado algo que pasa.

Contorno de lo puro

Contorno de lo más puro, rosa y elegía.
Tu soles  de dos puntos, perfección,
en el génesis del mundo, mi corazón,
en la oscuridad acontece un largo día.
Nigromante el follaje en demasía,
de alboradas resultó densa evolución.
Boca y sed al centro: es geometría
mi error al buen trayecto: es creación.

Coronela con cuarzo y una corona   

Coronela con cuarzo y una corona,
de corazonada, importante.
¡A lo americana, virgen! La reina de la fragancia.
¡A lo americana, Señor! la diosa, en sus vergeles.
¡A lo americana, bien! Una  vida en pixeles.
Un céntimo: ¡A lo americana, fierecilla maliciosa!
Abundante en la diestra de un beso amoroso,
Terciopelo donde llega a enamorar el corazón
y apaga la sed que devora el alma.

Al alcanzar la noche

Al alcanzar la noche
allá, en la lejanía, la sombra
de  tu cuerpo, tus ojos negros,
destellos de placeres, como
penumbras de lunas luceros
donde el ansia junta las miradas,
y en el altar que tu pecho aclama
imágenes de ardientes lágrimas,
son tus ojos más misteriosos y fantásticos.
Esa boca que yo he besado, vibra
como melodía que enciende la pasión,
y su sinfonía del mes de mayo,
su fuente de entretención.
Enormes colas de nardos y azahares y
muchas cosas nuevas en tu corazón,
oyéndose el suspiro que lo rasga,
y te vuelve temeroso.
Cúspides cenicientas que se inspiran
donde llega el ángel de amor y el del silencio
que me recorre con su centelleo luz
y me cubre con la sombra de sus alas.
La  noche de romance, es  mi alegría,
no es un altar de frescas apariencias
son tus ojos negros que abrillantan mi espíritu en
la cumbre
y me lleva a contemplar amaneceres
y los labios que recuerdan,
recordarán mi muerte,
y silencio a mis despojos.

Rosa de rosa doncella

Rosa de rosa doncella
y mustia rosa vida,
donde el rosado helado
brotaba la rosa bella
de rosa amanecida,
mientras la rosa quebranto
rozaba sus mejillas
de rosa presencia alegría,
al abrir rosado y blancura
de intacto clavel melancolía
y rosada hermosura.

Del valle, a la montaña

Del valle, a la montaña,
por el ansia viva,
en la tierra,
de un labio junto a otro labio,
de orbita a orbita,
orbitando,
entre estrellas a soles estelares
indiferente,
reclamando,
si he perdido la dicha,
si se recobra con un beso,
si se recobra con la nada,
si es la lágrima terminada.

Puntos de aguas imprudentes

Puntos de aguas imprudentes,
aguas sin dudas elocuentes,
en aguas de la luz: la lluvia nace
y de hierbas y hierbas crece.
Dan las aguas almas temerarias,
el milagro del alba transparente,
lados del ensueño congruente,
base de la idea sin duda estrafalaria.
Agua y más agua de la lluvia,
agita espectro de la memoria
henchida de miríficas victorias.
Sobre esas aguas la mirada lucha
y su piedad cobija y es mucha
que renace el agua en su gloria.

Pongo en tomo las ideas

Pongo en tomo las ideas
un pensamiento leve y decidido,
de toda virtud y fortaleza.
Me adapto
al otro lado de la vida
al contrario más incita.
Palpo un poema
esas letra giratorias
de solitario ritmo.
Escribo
el diminuto texto, casual
a deshora,
la música oculta
ya no siente lo que entrega
vertiente y añeja
sinfonía.

Cisnes del fuego

Cisnes del fuego
que emergen de las espinas de las rosas
y sueñan en los grandes poesías
al compás de las rimas de sus canciones.
Y con sus negras plumas
puede entrar en la muerte
de manera muy sigilosa.
Era el fuego el aroma de Orfeo sobre el agua,
y era un bálsamo de amor la lluvia.
Yo iba entre sus alas con tu sonrisa
por el torrencial de encajes.

Vengo de la penumbra mal herida

Vengo de la penumbra mal herida
porque enrumba a la llama despierta
y de la llama despierta a la sabiduría
y de la sabiduría al renacer de día.
Todo se ha convertido en pecado,
vale cantar cuando todo te sentencia
vale demostrar como toda ciencia
la semilla de la pasión, lo malo olvidado.
Sigue, sigue torpemente pareciendo
si quieres reír, ríe con clemencia
si huyes, huye como el necio embargado.
Como penumbra de fuego al enemigo
como parecer que ya voy pecando
pero voy pecando junto aquí contigo.

Cara, carita, de labios sol dorado

Cara, carita, de labios sol dorado,
labios frescos que sonríen, amor deseado.
Ojos pardos, agua cristalina, sueños puros,
bajo la luna diamantina, cielos claroscuros.
Despiertan, suspirando lo cierto y seguro.
Tú lo sabes, yo lo sé, labios que duermen
y sueñan talvez como una quimera roja,
como una rosa recién cortada una vez.
Oh cara, carita cuyos labios encantadores
yo he besado al derecho y al revés.
Oh fuego de labios rojos, amor mío;
oh lluvia de besos entre los sueños, albores.

Meditación y remordimiento de economías

Meditación y remordimiento de economías
para el hambre y el rencor
no saben de su algoritmo de amor
ni de su demanda objetiva desbocada, su
taquicardia y su visión
hacia el mundo en evolución.
Detrás de todo desarrollo mundial
el aprieto de las masas
que indagan con los dedos la puesta del sol
sobre sus almas pende la ilusión
clara y fija
en su punto de equilibrio, quizás
o cuando exista la no razón.
Calla, y llévalas a tuto,
celebra lo que no se debe celebrar,
sujeta la vida como una bestia,
mientras nos quejamos de vivir o morir.
Ivette Mendoza



miércoles, 26 de agosto de 2020

Gira soledad gira

Gira soledad gris
Muerde dintel amortajado
Salpicaba la noche tintineada
Asimétricamente grandiosa
En el corazón aquilatado
No injuria por arriba
Casi letanía presta
Letargo amando letargo
Oasis obediente en devaneo
Veinte veintésimo ataduras simples
Lagrima sexi decimal
Rolando mi Rolex rolando
Cetáceo tao perpendicular
Y marmota de manecillas mañosas
Deidades de gestos perniciosos
Silbando el sueño mar
Como angustia de la sal
Que pasadita queda
Sollozando ola y vientre
Bipolar vestigio rasgó
La muerte como otra
Conquista del terror latoso
Cristalizarte anhelo fiera
Purga taxidermia en estrabismo
Turbulencia solana
Ofusca lúgubre naufragio
Así nórdica nogal
Como cuando
Contraviento ojeroso avecina
Ivette Mendoza

Ante el dilema del ornamento de la vida


Ante el dilema del ornamento de la vida
Placentero trámite que propuso el tiempo
Comúnmente simbolizaba un puñado de lenguas
Súper villanas, sapientes y locas asomando por los
Oídos, subieron como un escalofrío tardío sobre mi espalda,
Irradiación inusitada despertó a los difuntos que
Nadaban en aguas amnióticas en un cielo inmaculado
En un cielo conspirativo en la anti-poesía de los hechos
Sensaciones brotaron como lava en las catedrales
De los dioses puramente crueles, la suerte caía
Envalentonada y pretendiendo ser el ideal perfecto
Saltaron las hordas de palabras desechas, saltaron los
Rómbicos ceros que desmayaron cuando los amenazaron
Con unas pistolas de ojos ciegos, con un cuchillo de orejas
Que comían aceitunas en navidad y en cuaresma
Nadaban a través del estremecimiento, se desplazaban
Ajadas, ebrias en el tumulto de las cosas, allanaron
El alma a pierna suelta ¡Oh carne mía apacigua mi dolor!
Estoy fieramente abandonada, si así como una fiera
Que se puso enfrente para soportar este drama que me
Dejó flotando sobre el oasis de espuma impura y catatónica
Ivette Mendoza


martes, 25 de agosto de 2020

El intrusivo junco



El intrusivo junco surge de repente, arrepentido
Afanoso de lo agrio que tan fuera cabal en su terror
Arrepentido de un ademán arácnido valetudinario
Retorcido por las calles nacía para el desamor
Endulzados de cansancios alborotase un mirada
Basta una no más, un roce de orgia y su mantel
Había cenizas que deformaban una mancha
Balbuceante, el intrusivo junco surge de repente; en                         
Estéril duelo cantó el moscón, canturreaba el moscón
Atónito buscaba el cavilar de su castaño y borrascoso
Invierno que tropezaba con la historia y el tropel
El junco surge de repente, ejercitando
Su regodeo de estrella asesina atravesada
Su pequeñez hecha cántaro cara a cara más me
Encantaría llorar, llorar para el ruego, del              
Juego que del pozo su danza cumbre persiguió
Veleidoso humo del mendaz en cuya muerte
Ventrículo cultivó, el intrusivo junco surge…
Sus garras que nunca reconoció cristal prodigio
Cuando reía era el dolor de su consciencia
Purificó calabozos en destierros tiña de su
Bondad montanera, el intrusivo junco surge…
El pedúnculo entre el silencio y la esperanza
Vida que modificó inventando solo vicios
Que había traficado con el alma...tanto deslizó
Ivette Mendoza


Cada casa


Cada casa desde su observación busca su esquina de lamentos
Cuando la noche es eterna atravesamos su dolor frigorífico
Manojos de abrojos divisan los astutos cuerpos aturdidos
Que tenían que seguir encopetados para darse un encontronazo
Con unas mañanas hechas de hallazgos, de búhos infelices,
De maniquís de ojos de clavos, de una alquimia en cenizas
Bajando al cálculo de girones, huyendo diametralmente opuesto
Observando su cauce henchido de enigmas, trepando por los balcones
El círculo impasible era el punto tridimensional de un ladrido que
Apenas escuchábamos, pero frente a frente y cara a cara con la iracunda benevolencia
El farol tocó sus veinte campanadas en el papel imborrable del insistente ladrilloso deletreo.
La puerta crujía colándose de menjunje, de vértigos, de la médula ígnea
Del fulminante tiempo, del cielo raso trastornado; el desgastado timbre
Que timbraba de horror al ver pasar el durazno mordisqueado que se
Bañó tantas veces en calores de porcelana, saludando un pedazo de pan
Muebles e ingredientes de tu alma herida, al conjuro del pergamino y
Su extrañó rechinar, que cada vaso sea el hueso del rumor vedado
El recuento de la daga y su medida cansada de multiplicar orlas….
Si era el recuerdo martirizante de un viejo fantoche que se jactaba de estos
Misterios en su paladar sanguinolento…
Ivette Mendoza



lunes, 24 de agosto de 2020

Piel en el recreo astral


Paradisíaca, reavivante piel en el recreo astral
De los astros, cardos sinsabores, brindis apetecido
De los siglos por los siglos, saliva saturnina
La ventana dibuja los designios del espectro carnal
Misterio peregrino en la memoria muerta y selectiva
Pértiga sangrienta en canturreo del pardal
Enigma inmortal convive con imagen dulcísima corrosiva
Penumbra exhausta entrelazada a un vals modernizado
Bruma esponjosa y yerma, un suspiro sin resplandor
Labró tu epidermis con dolor de estrella y olvido
Ivette Mendoza