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jueves, 2 de enero de 2020

El ensueño enrojece mi cabello demencial


El ensueño enrojece mi cabello demencial
Sobre una palangana se estanca mi línea recta y perfecta
Aunque pare un enigma de maroma contorsionista.
Los santos señalaban con los dedos que era
Sócrates la mano de todas las parteras.
La infección cerebral que arranca y blanquea la sangre
Invoca mi cabeza la fragilidad de tu cuerpo sagrado
que existe bajo un aguacero de dientes diamantinos.
¡Oh hospitales de la luz, después de tanto rogar y rogar!
Yo veo el río como acero oscuro en estado gaseoso.
Pero era como estigma de aguja, de mercurio y de anestesia
donde hemos enterrado al feto de cera en el bosque del
quirófano: haré paradigma con tus labios, en la siembra de plomo,
mientras en mis pechos disfrutas una insolencia de jarabe caviar.
¿Quién hereda el suelo de mis huesos?
El cirujano inalámbrico ni pregunta, ni da respuestas.   
Mis labios besaron la lejanía del espectáculo pleno
Los barrotes quirúrgicos de la feliz y la cruel introspección
Me llevaron al nunca, al foso del nunca a purgar mi nombre.
Del reloj nacía mi cabello demencial, y mis ojos
los reciclaron en mis venas.
Ivette Mendoza