Estremecer cavilosamente lo ya vivido
reprogramando la historia de ante
mano,
escarbando mundos desvanecidos,
oscuros, claros, sombríos, llanos.
Ensueños filtrados huyen en imágenes,
como la huida del agua que
sobre las manos
prefiere derramarse.
Somos una montaña espesa
cargando encendidos sentimientos,
idea cabal para un deslumbramiento o
para una herida celestial.
En su contraparte terrenal un apretón
de manos
tendrá un eco sonoro en la vida,
un crespón rosado en el corazón,
un delirio en el suspiro de la
arcilla;
uno mismo, al final del casi todo.
Ivette Mendoza