En medio de mi próvida coquetería,
sus oriflamas de sedas afanosas
a la noche despojó y una gritería
de astros, despertó las mariposas.
Huían las crisálidas caprichosas
de la niebla albur, y en astral
recreo
parecían dominar las islas gloriosas
hasta el cercano abismo de Teseo.
Con un ímpetu de último lloriqueo
caíamos en el recodo de medusa
y en las nebulosas, se tornaba
ilusa.
En su invicta venganza se arrepentía,
Hefesto con su buen dote de feo
una lanza en el pecho nos hundía.
Ivette Mendoza
2014