Etérea fárfara de espadas adormitadas
Etérea
fárfara de espadas adormitadas:
es lo
insaciable que permanece y nos adhiere;
es la
artesana que moldea cual oleaje,
mí acopio
fulgurante del ahora presentir;
es un rito
presumido unido a la tibieza del recelo
por tanto el
remedo azulado es enigma de corola,
guarnecida
de un sonido quintaesencia
que
entretiene, toca y suena sin sonar amartelado.
Reñido al
espectáculo arrebata delirio fugaz
puesto que
lo asedia el hierro doliente, lo imagina,
junto el
péndulo breve que en el aire se bambolea
arrellanándole
a la vida su arenisca zozobra.
Estremecimiento
paulatino que intuye
el vigor madrugador
de tus pupilas en un
génesis de ensueño,
y atrae del cambio repentino,
tu presencia
devota cual cándida morada.
Ivette Mendoza Fajardo