Sentir la oceánica sensación de un laberinto tibio
Sentir la oceánica
sensación de un laberinto tibio, y
el horizonte
es el agua que apaga su libertad aterciopelada.
Farallón insolente
escalando en la espuma comatosamente.
Sublevación
de mi ánimo refugiado en el redoble de la sal.
Arde, arde
la penuria prístina de mis caderas.
Hieráticos
delfines piélagos de alocada miasma, a
doble
espacio en su adolescencia trimestral.
El salto terroso de
los equinoccios disuelve los témpanos chiflados.
Trepidan de algas
el pensamiento febril del alba.
Un barco sueña
y ve aparecer al cíclope almirante,
furibundo se
reconoce remando en el viento del perdón.
Los corales
se impulsan hacia mí para estar cautivos
en las
escarapelas de mí decantado esternón.
En la arena
ato mis deseos para ver reflejada la
cuadratura
de la luna azul estólida que solitaria va llena
de dolor paquidérmico duchado.
Ivette Mendoza Fajardo