Related image

domingo, 29 de diciembre de 2024

Juegos Mentales en el Cine Lunar

 Con dolor amniótico corroído, desplazando
en la mejor platea del actor, o, mejor dicho, del popcorn,
con una pierna exhausta que cruza el umbral del olvido,
como si fuera un arácnido elocuente de un aficionado,
cansancio de tiras cómicas tullidas.
El rompecabezas de las cosas exhibe su edén amado,
apurando sin ganas la emoción cinematográfica
como un alfil solitario declamando su estrategia final.
Las vicisitudes de la vida avanzan con su iris terco y sombrío,
liberando espectros que la pasión teje en el crepúsculo del ser,
temblorosa, encadenada a su legado de hierro, sin fin.
Lunar insulin spills from her icy gaze!
embelesada por los enigmas emblemáticos y sus juegos mentales,
acudiendo, atravesando, escudriñando los rincones de la oscuridad,
danzando la secuencia nocturna, un libreto desvanecido entre sueños,
pero que guarda mucha semejanza con un cielo fosforescente que admiro.
Ivette Mendoza Fajardo




sábado, 28 de diciembre de 2024

El día del letargo interlineado y su spam

 El día del letargo interlineado y su spam
inicia su órbita, descifrando intuitivamente los Windows,
mientras resortes desgastados susurran, laboriosamente,
devorando la riqueza de una burguesía opulenta.
En la letanía del salpullido sacrosanto, una danza
de ondas concéntricas se desborda en espiral, ofreciendo un vislumbre monostrófico.
El sistema entona su tic-tac, eco digital en la vastedad nocturna.
 
"¡Brilliant move, Steve Jobs!", exclamo sorprendida, cuando
las palabras que aún estremecen mi pecho se energizan,
mientras el silencio desvela enigmas sinoviales.
El amanecer de un nuevo año según Pascal,
"Sé que el calendario ha vuelto a tambalearse",
contemplo bajo la presión tenue de un antivirus desvanecido,
el tacto cardinal de su luna usurera.
 
Narradora de este espectáculo digital,
custodio memorias refráctales, emociones de eras pasadas
que generan un idilio monetario.
"Debo sembrar los campos para cosechar un socialismo enraizado", pienso,
mientras la disonancia de un crepúsculo sereno
sustenta nuestras memorias colectivas, marcadas y profundas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 26 de diciembre de 2024

Curvímetros del Amanecer

 Ascenso jubiloso, entre moléculas de éxtasis, timbrado
amor cifrado en corpiño de decímetros vibrantes,
bajo un séquito que se tiñe de rojo, curvímetro espacial
anuncia la metamorfosis de aves en ninfas celestiales
de un cosmos en perpetua transformación...
Serpefulgores sacrílegos centellean,
entre las manecillas ancestrales que reinventan el luto,
sobre horas coloreadas en la red cósmica cardiopulmonar;
ignorando los votos que exigen ofrendas primitivas.
Danza disonante de albores distorsionados, chiste bronquial
enlazados, irrevocables, dolor crepuscular
que surge al desgarrar la vista de la vastedad que se levanta,
esbozando arácnidos de luz en el velo de circuitos,
donde tacones y tules murmuran vanidades al vacío,
mientras la primera luz desintegra la esencia coral, impulsada en el páramo
de emociones fragmentadas, en coyunturas radiales curvilíneas
dejando atrás el cadalso de una luna desmadejada en su resignación...
"Can you feel the pulse of this digital heart beating through the cosmic web?"
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 25 de diciembre de 2024

Aullidos Mesiánicos y Caricias Samurái

 Fue modulando — aullido mesiánico, caricia samurái,

itinerario fractal de mariposas en espirales de neón,
amplitud de émbolos, cicatrices en fuego virginal— síncopas,
nos desintegra en siluetas de códigos errantes,
un llanto polemista, pixelado;
marchamos hacia naciones no cartografiadas de solsticios fracturados,
en rondas despestañadas — amor encriptado, penitencias difractadas, dolor cuántico.
 
Como Sor Juana Inés de la Cruz, como Dante solían
caminar en el celaje de los páramos:
Inés, poética, sabia y perspicaz; Dante, lleno de enigmas,
bebían el elíxir de sus silencios pendolarios...
"Can we ever outrun the shadows of our own deeds?"
Fue así, improvisando nuestra plegable
perplejidad ante querellas del recatado espacio en gentilezas purificadas,
la expresión puntual de la fuga rebosante en propulsión a chorro,
y el inexplicable beso silogístico que somatiza la espera del légamo machado.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 23 de diciembre de 2024

Desde el Periscopio del Lazarillo: Visiones y Batallas

 Chimango. Los halcones del Lepanto
ondulan sus banderines. Surge una llamarada
de cómica pretensión entre las alas hegelianas
y los hierros nivelados del laúd americano.
La mar latifundista en furia reclama,
devora un espesamiento casual.
Se levantan los soles salmistas, emboquillados,
y las cruces, intransigentemente fanatizadas, desconfían.
El viento dicotómico se ensordece con maldiciones
ante el trueno malsín rojo de las carabinas resignadas.
El Lazarillo de Tormes sostiene el periscopio en sus manos
y, con la resonancia clara de campanas antiguas, va guiando
su manto visionario como si fuera su tercer ojo;
aún de pie, guía el universo pegajoso del amor,
esparciendo su fiero corazón de oro profético.
Serenísimo, contempla las malvas purificadoras.
El carromato falcónido, su actual refugio,
clava con su pico vengador el alma,
atraviesa todo hasta el rauco deber—
la cabeza feroz de ruborosa valentía.
Al frente, en el firmamento, el halcón americano,
con alas gangosas embrolladas en un impulso escueto,
alienta a los cíclopes con ojos níveos de la mañana reciclada
de navíos torpedistas, y advierte continuar en una batalla astrolábica
contra un vacío rebotado en manchas lúgubres.
"As the storm's roar fades, does the cry of the falcon
still resonate with you?"
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 21 de diciembre de 2024

Vestigios del Torrente Seductor

 Algunos mundos muertos ya no imitan:

sus oscuros motivos nos comprimen.
Litigan, entierran sus garras luctuosas,
y se desvanecen, eclipsados de esplendor.
Mis lozanías barnizadas ostentan;
ostentan mis recreos, picarescos, en reticular aprieto.
Se adueñan del torrente seductor,
sellan con torpeza roja los fragmentos del destierro.
Al tanteo, intranquilos, que ascienden por un pretil,
quedan despojados de su esternón;
la señal truculenta se deshace entre sus dedos.
De sus teorías marchitas de falsedades, exudo el veneno
de sus palabras fracturadas, tintadas de ilusionismos góticos.
De sus investiduras discordantes, aquí estoy; de su agilidad, mi ocaso.
Ante la ventana de discordia, con el delfín conciliatorio, se presenta
una vestimenta globular de panda nervuda, y derribo otra ventana de discordia.
Entre párrafos, me imitan las comadrejas del arcoíris;
entre párrafos, mis estertores heladizos avanzan hacia el zócalo imparcial.
De mis despojos sin auxilio radial, relumbran iconográficamente.
Sus palabras mullidas caen como cenizas calientes,
quemando lo que tocan, evocando el tacto y la sensación de mi dolor.
Despojo este jolgorio de carátulas fallidas, como un embrollo anochecido, y aún
más, los dados de mis símbolos corroídos, jadeantes, rebosan.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 17 de diciembre de 2024

Del Olvido al Firmamento Numulítico

 Sea de colágeno la idea elástica de la piedra errática,
sobre la que se puede deducir que no hay estela hilada hacia
lo profano, que es lamedura de olvido sobre el olvido
magro y clandestino.
Para el virgo sueño de lo inútil. Dócil lira, descalza al acecho.
Cobija poliéster sobre el mutismo biogenético. Literatura infiel
en paradigmas dactilográficos. Llegó en la noche ensangrentada.
Borrasca y vehemencia en el tercer ojo. Leve consuelo de una canción
añeja sobre el viento que choca contra las aguas volátiles del alma.
Perlas del poniente que penetran más allá de un corazón inyectable
de fantasías romanas,
y se incrustan en el silencio pitonazo y en la metáfora saltanejosa.
Poema zodiacal de rimas, tipografiado de lágrimas vellosas y vacilantes.
Sé vocero de leves amaneceres. Velocidad del equilibrio, arrepiéntete.
Y en cada época, dadivoso, razona tu ternura. Mírame, quiéreme
hasta incendiar las horas de pamplinas y que no turben los sentidos
solares.
De amar, de amor, el firmamento numulítico perece adolorido
de peligro en hontanar marmolado de irrealidad.
La vida, sin temor a la perpendicular del cielo agujereado de símbolos
enigmáticos, se incendia sin remedio.
"Is there an astral melody in the chaos of eroded memories,
or do we only hear the silence running in our illusions?"
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 16 de diciembre de 2024

Concavidades y Estrafalarios

 Era cóncava la verdad y estrafalaria la mentira.
Un enternecer silencioso entre cabriolas y violín.
La grandilocuencia de una caricia hexagonal.
Un soplido impertinente de la furia gibosa.
Era la mano que hace explotar las palabras, las enmudece,
y nunca obedece al embrollo lexicográfico.
Como de manera pegajosa distrae lo que sucede, sin saber
que en su vanidad acéfala es solo la oficiosidad
de la pena que, al caer al fondo de un barril, huye de sí misma.
Menaje orondo es la melindrosa memoria del ser,
el hálito que platica dulcemente con el papagayo.
Osmosis de agua ósea que dispersa calcio
en polvo y vuelve a ser agua de sarcófago.
Suena una llamarada en falda adormecida y
deja de ser explotadora desusada y cabalgante.
Pero el ojo deseable ignora que la huida es dilación,
y tanta mazmorra de prisa libera la diéresis dentada...
Y no sabe que es la gramática dichosa de una castidad disgustada,
que la luna efusiva del espanto, en un año luz, evapora.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 15 de diciembre de 2024

Polen Sináptico

 Heridas deshilachadas en la aurora falcónida de su ser emergen,
como tus mejillas florecientes en un cielo sin anochecer bruno,
repletas de estrellas bífidas, chispeantes entre polen sináptico
dentro de su crujiente y oxidado acontecer.
 
Persistencia feroz que retumba en este instante mío,
como una torcedura piramidal, zumbando con traviesa maldad sin brillo.
Sílfide espacial de susurros subcutáneos,
que se evapora de sí misma, saturada de palabras
susurradas en la dulzura atómica del ocaso, obedeciendo al mandato
de restaurar el equilibrio donde murmuran esplendores ermitaños del ayer.
 
Juegas a tatuar el origen del mundo con el corazón afrodisíaco del hombre,
y la obsesión del cosmos es ese instante envuelto en
melancolías psíquicas de atomicidad compleja,
con las que delinean la vida del garfio golpista: fibras
melódicas y majestosas al servicio de la humanidad
en su istmo histórico, donde resuena un día en la eterna tranquilidad.
 
Anclada en tus arrumacos, presta mi alma a la refriega
casual de tu vuelo aún insatisfecho, vibrando con cada batir.

Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 12 de diciembre de 2024

Pestaña de Luz y Sombra

 Una pestaña de silencio barroco se desliza simultáneamente,
alada y reflexiva en el costado vibrante de rápidas cosquillas.
En los primeros parpadeos, ¿no siente también miedo a la luz? Luego, sonriente,
inocente y esculpida con rostro de versos, ilumina con fervor
una pegajosa geometría donde se posa en la memoria
cinematográfica de arañas sanadoras.
 
Asciende por el sol, el rey de debates resonantes,
desvelando adjetivos despreciados;
en el círculo de la noche tibia y densa,
busca una realidad verbosa e insospechada que, desde su
figura monástica, disuelve su indeciso existir.
 
Pestaña serena, colorida, ¿camina en puntillas hacia qué sueños?
Hacia el rescate de un frío platino,
constante y auténtica, insólita y recordada, ahora
percibe el vigor amortiguado de las almas que, con su frescura,
no provocan la oscuridad desdichada del rencor.
 
Pestaña equilibrada en la era de la perfección, a mil grados
centígrados de su agitación, reclama la perpetuidad multiplicada
de culpas y en las virtudes del sonido meticuloso que alberga
en su pecho, como un adorno enrejado en la mancha fluida del beso,
vacío de penumbras, pronuncia su último discurso de certezas juradas
en las ranuras sutiles de la intransigencia. ¡Oh, pestañas que se transforman
desde adentro para renovar su inspiración poética! Pestaña léxica de sabor único,
¿quién más podría desafiar miedos en la manivela de un beso tan acusador?
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 10 de diciembre de 2024

Encrucijadas de Látex y Latitud

 Sabias, las murallas lactantes cavilan dolorosamente
ante mi memoria oculta, en una visión hazañosa de salvedad.
Cada lado voluble de esta meditación díptera huye de mis manos febriles,
como una distancia sollozada que porta un vano olvido,
fenecido dentro de congojas gelatinosas, sulfúricamente.
 
En el plano de su maquinación modular de ideas, se desvían
de su centro oblongo, circundado por un globo terráqueo de latitud benevolente.
¡Oh, globo neurálgico y nevado! Sufres al lado de tu plateada soledad,
interdental en su leve peso.
"Who marks the hours within that aged sphere of unresolved reality,
burping only reflections?"
Lo que es transparente lo es consigo mismo, como el rostro de una
encrucijada que guía un instinto condenado a observar el relato
imperioso de dudas hormonales en el recreo del látex fracasado.
 
Monociclo de silencio ambiguo y catálogo trimestral del sueño
arquitectónico que recibe al vacío bien congelado de ilusiones
inermes, llora campante, confundido y sonante, blasfemando
la infección contorsionista en el colirio de ayer.
Apatía de cuernos macarrónicos en coquetos malabares
deambula por las calles de ojerosas paciencias y en la lejanía
se pierde para reclamar caminos de pegajosas perseverancias.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 9 de diciembre de 2024

Retrato de un Alma Agolpada

 Nervio segador, oscuro de aflicción, que
observa de improviso el vacío metódico y porfiado;
tú, noctívago, sombreas
entre lingotes de gritos, proyectando tu mansedumbre al infinito,
recibiendo las tempestades brunas y lentas de otras eras.
Y, en tu senectud sórdida de llanto, un miramar de comprensión
ágil, que regresa a contrafuego, te embarca como
un alma de canto agolpada —
controvertida entre magnolias alfabetizadas
de huesos marchitos y salobres.
Seniles, añiles y nocturnas,
agitando la idea demacrada de labios apóstatas,
donde la angustia llueve desde un árbol bilabiado.
¡Ay, serpenteante espuma del placer,
bramas ese instante que se vierte vertical y atareado,
mientras en macabro efecto te deleitas!
Por cada milenio y muchos más, configuras
huecos de clemencia en pesadillas ochavadas de misterios,
jalados hacia el oeste por un corazón destejido cabalgante;
y hoy por hoy,
la cleptomanía de la tarde nómada se remuele en su propia angustia,
¡Ah!, alma de nervio segador, cavilando por esas brechas que consumen
la falacia de tu furia intempestiva.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 7 de diciembre de 2024

Cantos del Mundo Manso

 A manera de tamango sinrazón,
una aventura matinal fatigada silba y gotea
la argumentativa necesidad.
En su alma sedienta, horas claras le anuncian;
en un motivo rencoroso, la niebla de belleza tibia
se rebela, aventurándose a explorar placeres con sabores afligidos.
Las ausencias trabadas por el estallido del asfalto
en el ultramar de días embrollados,
ahuecados, escapan insatisfechos,
y donde el manso mundo termina,
canoro, retrocediendo por dentro de sí mismo,
llenando veredas resonantes con estío hacia la vida.
Rizado, deprisa, adelgazándose en la fuente enemiga,
su fuerza aterida, la sinrazón, dudosa de delirio, es igualmente
acotable.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 2 de diciembre de 2024

Longevidad militarizada, paradójicamente

 Longevidad militarizada, paradójicamente,
parcheando su continuidad en las almohadas del olvido.
Un hongo de tregua, vacío y rígido, bebe sediento los relojes del amor
tras las cortinas del viento, y van resonando
sus escalofríos guturales, axiomáticamente.
Los cueros cabelludos, revestidos de pinos y cedros, en sus recién nacidas
jornadas, perfuman violetas inciertas, esparciendo
las sales del mar como pecados de inocencia virginal y divina.
Las escamas de literatura ancestral enfrentan tempestades
de escarmientos selectivos. Mientras tanto, las venas
de la inmortalidad tropiezan con calma contra la viruta
trascendental de un hollín en cuernos sumisos.
Aún más, la bellota del destino inhala la mixtilínea
melancolía que brama con arrogancia en el frío
de gaviotas desarregladas.
 
¡Allí me detengo, en la ovulación moribunda de horas paganas!
Espumas cetáceas en los dientes del milenio se aman
mutuamente, enfrentándose en las revoluciones del alma
de una tarde comprimida y tardía.
What shadows linger in the whispers of forgotten time?
¡Oh, labios salinos en balas de salva, besad y luego vivid!
Los disfraces de una amistad ancestral; la ionósfera sostiene sus sueños
mientras exhalan espadas de carne y huesos universales.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 28 de noviembre de 2024

El Heliocentrismo Devorado

 De vez en cuando ocurre que un sol caníbal muerde al tiempo

consonántico y lo mastica con un propósito exasperado de ilusión.
Le recuerda que debe poseer su heliocentrismo medieval.
Este cae en un vacío hepático y aletargado de ideas apasionadas
que, por un instante, parece casi sempiterno; por lo tanto,
surgen en sus rayos hambrientos, manecillas láser donde
orbitan amaneceres que han permanecido danzando
en una red de nostalgia y congoja.
Sucede entonces que el sol caníbal,
al no sentirse comprendido,
resurge de su desliz y regurgita el tiempo de nuevo al mundo,
ya hilvanado de paciencia.
Como un reloj herido que resucitan sin previo aviso,
el tiempo retoma sus brújulas, que apuntan al infinito,
y comienza de nuevo una radiante realidad.
Juntos, al darse cuenta de que
un sol hambriento o un tiempo sin permanencia humana
no tienen cabida en esta era de médula digitalizada.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 25 de noviembre de 2024

Vientos Digitales

 Viento motorizado, de humor receloso,
que traspasa las sonrisas panorámicas
y navega sin trabas por su crónica vital sobre
la grandiosidad del tiempo, soldado de sollozos.
En su insondable recorrido,
se lleva los espacios sustantivados y oscuros
de trabalenguas mesiánicas.
Viento terapeuta, torneado de palabras,
que encamina a ese universo digitalizado
hacia su entretenida sanidad.
Viento bicéfalo
que asusta y conserva la bienaventuranza
de las montañas sosegadas.
Es el parpadeo del viento que progresa, sublime,
con el silencio profiláctico
y se profesa en la epidermis de la brisa intelectual.
Viento tecnológico
que repone los píxeles voladores
y acerca las rutas incandescentes a babor.
Viento alfabetizado, ¡caramba!, en castañuela,
crujiente de emoción al fin.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 23 de noviembre de 2024

Traspasar la Puerta Membranosa del Silencio

 Traspasar la puerta membranosa del silencio

y encontrar, al otro lado, el higo enésimo de
una gran orilla de furia habilosa respirando,
hibernado en la caricia albina, llorada
de emoción. ¡Oh mente del deseo blanco,
que espera en vano!
 
Cruzar las cutículas tormentosas del tiempo
y un parpadeo en el túnel satinado de la soledad
junto al taciturno pretérito con su calcomanía
intransigente, haciendo cosquillas por la espalda.
 
Sumergirse en los arrecifes crepusculares del poniente
y arropar esa lágrima incrustada en el velo lunar impaciente,
cómo nos habían ya contado la oscuridad que delira
de un mundo sembrado de elegías malheridas.
¿El pensamiento está en fuga de brazos cruzados?
 
Vislumbrar entonces que todo parapeto de alto vuelo
es aquel diente tristísimo tan oscuro que cala
la perfidia de una llave misteriosa bostezando en su razón,
perfumando en la magia del incendio de mil facetas,
que se accidenta dentro del fracaso del espejo,
mientras hiere el alba
cuando nos llega la frescura de un ardor milenario…
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 19 de noviembre de 2024

Roma en la Claridad Virginal

En la luminosidad arrojada de un cariñoso panda
que reina sutil en el universo de la ternura,
anegas tu esfinge blanquecina en una
transformación perpetua, blanco y negro,
selvático y lunar,
como en un saludo donde puede un yo comulgar,
con una corneta falcada no hay manera de fallar.
Suspiro cibernético, famoso y familiar de azul
pendón, que rueda sobre la geofagia de nereidas
invencibles que cantan a la robótica pleamar.
Son mías las marejadas en acecho sinfonista,
que miden su ritmo ruborizado con tu lengua sensorial;
asechanza de mareas mareadas al azar, disputan mi razón.
Cuerpos frívolos de metal trastornados, que en otra
dimensión se apretujan en las playas cascarrabias del sueño.
En mi plexo solar nace tu poesía carcomida por comejenes:
Roma romana del rango quimérico se disuelve en alquimia
de amor.
Roma asoma, olvidada de sepultura, en llanura aparece.
Roma en tinta rueda en rodaje salvaje.
Roma de claridad virginal al lado de paraíso terrenal.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 17 de noviembre de 2024

Entre Inyectores y Hogueras

 Abarca ahora esas dos imágenes ilustres de razones meritorias:
la una, la soflama prometida en sueños de surcos polifacéticos de ternura labrados por gestos y palabras…
la otra, de dedos temerosos del recuerdo en lavado de cerebros.
Entre la extensión de los teodolitos de uñas cavernarias
y la impasible pigmentación del inyector del miedo oceánico,
el esperanzado poemario aguarda la sísmica cordura que se ajusta
a la vida.
Entre inyectores de manías hormigonadas y ojos de lechuga llevaderos,
entre la motilidad del ayer picado de radioactividad quejosa
y la alejada hoguera eterna del pensar hegeliano,
entre los farallones fallidos que dialogan catatónicamente en su bostezar
y mi apresurada valentía de clonación del halogenado anhelo,
en la mente serpentea con metas terrosas y teatrales.
¡Quejido de sangre utópica del silencio austral!
Concluyente rural del silicato racionalista...
Quejas de jeringa mal sentadas, eternas...
ternura, temeridad de juegos prehomínidos.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 14 de noviembre de 2024

Destinos y Medialunas

 La nada es antropófaga con esa llama crestada e irreal, nacida
en lo longitudinal de verdades inefables de medialunas
ocultas al borde infinitesimal de relámpagos amargos
que buscan emerger en un día neblinoso, saturado de colores,
navegando por los solitarios amores titánicos de lánguidas pupilas
y las sombras más lóbregas del destino ciego.
 
Es quizás una lágrima categórica, oficiosa en su rendición,
que se descompone en una ofuscación nostálgica de
las fieras tempestades. Es un pomelo de luz que irradia
frutos y proyecta cientos de sombras en las grietas del alma.
 
La nada es un mundo sobreabundante de dardos blanquecinos,
de la mente, que se apagan como adormecidos junto al calor
exudado por la vida;
aún sobra espacio, y también símbolos, que revolotean
por los senderos de lenguas muertas.
La nada es la colina del silencio, la trinchera ampulosa, el cáliz del látigo,
donde se inclina la balanza de la sangre y donde todos,
inmersos en ella, nos pesamos ante el mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 12 de noviembre de 2024

Sarcasmos branquiales

 Exploro silencios exactos en los ramales sarcásticos de mi branquial pecho,
como recelosas crines cobijadas bajo un sol implacable, marcando las huellas
inolvidables de horas lustrosas; mientras recorro las clásicas sensaciones
de tu corazón de ceño fruncido y sus gestos libres.
Estoy anocheciendo, agitando el crepúsculo del alba pluvial,
donde en diminutas florestas de satén capitalista se fermenta
la esencia de la verdad relativa a tus damoclianos deseos.
Ayes lumínicos, como la humedad de lamentos tiernos
en arrumacos empapados de lluvia dominical,
son las imágenes locuaces de quien perdió, en el instante
eterno, una melancolía ardiente.
Tras la sombra del círculo, duendes enlosan y escriben
extrañas palabras sobre el astro confuso, digiriendo la muerte.
La sagaz inteligencia del destino es un pez prodigioso, suspendido
en la percha de la luna que orquesta la natalidad del mundo.
Inflexiones paternales del ser infinito surgen
y se dispersan en alfombras voladoras hacia el foso de la vida,
como rastros entorpecidos de la madrugada oblicua y liberal
que empuja un viento privado de espanto.
Marcas de un destino audaz, que saltan
como escarabajos de lo imposible,
y en un solo pestañeo, gobiernan un mundo construido de diamantes,
aferrándose tenazmente a lo blanco, lo negro y lo claroscuro.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 4 de noviembre de 2024

Soles Pugilísticos

 La noche encefálica aprieta las almohadas
del silencio interrogativo,
que indaga dónde yacen las calles
de la muerte.
 
Bajo la madreperla insomne de la meteorología,
una lluvia se goza y se enreda,
bailando sus hastíos.
 
La tarde se desploma, nerviosa como goleta,
y ya nada se puede evitar:
las aguas exudan dolores
cada vez
que un pez somnoliento las hiere.
 
Una lágrima se ahoga
en corrosivas polisemias,
en soles pugilísticos
y leyendas de verbos sangrantes.
 
¿Quién sutura mis heridas,
las que abrió el golpe vanidoso de un sánscrito
requiebro?
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 3 de noviembre de 2024

Birrete del Tiempo

 Me acerco al eje indómito del bien,

recorriendo el perímetro existencial
de la ternura, y el cuerpo desaparece.
Salta una mirada astral hasta lo divino;
el alma pierde sus ojos miopes.
Envuelta al sollozo recamado, el cuchillo era
fiel a lo indiferente, arruga maleable al
birrete de la eternidad.
Atrapo las alhajas del infinito como escamas de vida
inmortal;
me lleva el candil sensorial del tiempo,
asido en la memoria con su pupila de fiebre
axiomática que abanica un querubín.
La puerta de la paz y el veredicto de guerra
se desengañan en la razonada del alba.
Legamos en la epifanía agónica del sueño,
como el firmamento de Van Gogh
donde transito por una hondura intransigente
apoderándose de mi lucidez; los recuerdos
desentrañados en el drama del mundo,
se repite como en una misma escena.
La vida, una pleamar de pasiones, con hilos
carcomidos de tristezas.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 2 de noviembre de 2024

Garúa de Hierro

 ¡Tanto drama, que esto se ha convertido en una angustiosa miel!
Junto al ópalo del aire, donde una vez estuvo, gozoso,
la sayuela de celuloide ahora es un candado triste,
recién forjado, en declive, desveladamente
listo para su uso adecuado en su nueva evolución.
Un cerrojo de razón emocional chispea, indirecto,
a la figura suspirada, en hamacada elocuencia.
De amarillo se vierte sobre el escalofrío azogado de la espalda,
con su estrafalario murmullo de inercia,
con la astucia de un pecho despechado,
de la canilla halagüeña y el pasado vulnerable.
 
Este es el siglo de carbonos atribulados,
de la caoba pulmonar: tan arbitraria,
en el higo del esqueleto, la rastra orillada de oscuridad,
en la dinamita polvorienta de los días.
Enmoheciendo el catre del murciélago, es
el cuchillo amistoso y el egoísmo errante del planeta.
La voluntad ensangrentada, sin miedo, rodeada de sí misma,
y la maldad de la culebra obesa,
tan capciosa como la colmena de rosa lenguado,
con su garúa patibularia y su hierro ciego.
Con la velocidad del hueso demacrado, ya desaparecido,
con su arrebato de gallo desgarbado de pretensiones,
y con su sumisión a cuestas, todo engarza maduro,
circundando las moléculas de lamentos fotograbados.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 1 de noviembre de 2024

Versos de Arcilla y Neón

 Sombra y silencio de maracas de Masaya, estallido sereno,
desvelas mi esencia en el pito susurrante de los vientos jubilosos.
Tu silueta, escrita en versos y música efímera, se desvanece
bajo el parpadeo de neones, narrando leyendas que desafían
la frialdad pulida de tus pasos marcados por tu mente creadora.
 
Alquimista de lo cotidiano, tejedora de luces errantes,
tu recuerdo es un torbellino sacralizado; tus pulsos,
resplandores viscosos entre aperitivos, jocotes y barros fugaces.
Desde tu cálida base de cerámica, dulce al paladar,
derramas la espuma del deleite;
y las visiones azucaradas se disipan como bruma.
Masaya, telar de sutilezas, me consumes bajo
el ritmo ensordecedor de marimbas celestiales, en recovecos
encantados, donde un mar de flores silvestres
abruma mi espíritu terrenal.
¡Oh, clamor de libertad, invocas
el fervor de un sudor que dibuja senderos infinitos!
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 31 de octubre de 2024

Hebra Líquida de Menta y Resina

 La cámara, rugosa, captura la hebra líquida y engalanada de la noche,
manos tan gentiles que alcanzan el cielo romano del querubín.
Mi pecho acuático, noble, abre su coloquio mensajero
como un rechiflar pareado.
Allí, las caricias verdosas de los lazos de Diana y los ribetes en espirales
ondulan inmutablemente la conciencia sellada del trino;
allí, la figura de un suspiro esquivo
erosiona el oropel deslucido de la retina, y el corazón, orillado
por colores serenos, atardece en su canosa nostalgia consumida.
¡Saluda, solemnidad de vasta espesura! La cámara, rugosa,
de la hebra líquida y engalanada de la noche es un sonido
tan bronceado que no expira,
es un helecho pensador y descolorado que triunfa como la alegría,
invadiendo mi entorno con lumbres frías de una frescura divina,
en la colina de este sueño de menta y resina.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 30 de octubre de 2024

Entre Musgo y Agua

Sólo quien se inmola como una ola recibe
nombre de musgo hirsuto de las noches
enceradas de satén.
Percibe contingente, quien abdica del aroma,
su despecho irreal en un eclipse rupestre de góndola
inmarcesible.
¡Existe, insólito desafío!
Y así, repentinamente surge
de los claveles egregios de abril su rejuvenecer que dormita
a tientas porque sabe de qué emergerá
hasta el pináculo de pensamiento hondo de lo que fue.
Y el espíritu edénico que lo mueve hacia delante, desde ese instante,
puede, en la diversidad del olfato que lo hace primavera rosa,
oír el canto de la brisa elocuente brotada
desde las sombras campestres
y observar el océano funámbulo insondable.

Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 28 de octubre de 2024

Labios de Dátiles Flamígeros

 Sus labios, dátiles flamígeros, descansan indefensos
sobre la melanina de los mares.
El azar se desliza en el camaleón de su espalda,
un resquicio del amanecer ignora la próxima estación.
Los nubarrones, de modalidad mitómana tras el vidrio,
se espesan firmemente, mientras sus dedos no logran contener
el temblor de la osamenta de esas carnosidades mágicas,
deleitables como nogales tiernos. Bajo sus pies, palpita el asfalto
y su mirada, lípido energético, se vuelve huidiza, deslizante
al encontrarse.
Dos rojas figuras, fugadas de la cordura atrayente, labios
que unen sombras en el deletreo de un rojo lírico,
con la impronta de un piscis joven,
hasta que el beso nos alcanza: labios de fuego invernal,
de corteza ámbar, de cuarzo húmedo, donde la nada
destila el perdón enrojecido en venas abiertas.
Besos labiales en sueños de tiempos desplumados
se reclinan en el zigzag de la ausencia, como
bordes de fortuna escarlata.
El otoño también tiene surcos púrpuras que decoran,
con sus infinitos tonos, los contornos de armonías bifurcadas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 27 de octubre de 2024

El Legado del Faisán

 En breves minutos, el faisán truncaba siglos,
seccionando la savia y la raíz del caos versado.
Desconocía la desolación del ave desahuciada,
indiferente al impacto de sus acciones sobre la tierra.
Su reino estaba herido; sus alas, un escenario de pretensiones.
Entrelazaba destinos al desplomarse,
sobrecargado por fantasías y llantos de otras eras.
Extraño su aterrizaje, que empezaba frío,
pero se liberó de su peso, de sus plumas y de su vanidad,
el día que lo sepultaron,
anémico y comedido en su ataúd de pino,
bajo el suelo fértil donde la bonanza florecía.
Ivette Mendoza Fajardo



Linfático crepúsculo

 Brota desde lo hondo,
miel que inunda las cavidades del linfático crepúsculo,
cultiva soledades en el jardín interno del engaño de la cruz.
 
Emerge,
desde la enagua de las miradas,
hasta el vértice donde se disuelven
el aliento y la bruma que impresionan un fusil imperioso.
 
Sabores antiguos se posan en la lengua, como manojos de
amaneceres destilados en tu esencia,
nocturnidades que perduran,
que despiertan en la penumbra del pelirrojo deseo.
 
Los olores que moldeamos en el aire, como todas las
esencias fusionadas en un susurro de guijarros bailarines —
tu presencia, impregnando cada rincón del siempre.
 
Revive,
ardiente y tangible,
en cada poro abierto,
resurgiendo, indeleble.

Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 26 de octubre de 2024

Sinapsis del Presente

 ¿Para qué imaginar redes de futuros compulsivos e ilusorios,
si las sinapsis de hoy nos bañan en impulsos implacables y amanecidos?
Si el entorno abúlico de la aurora es un cóctel neuroquímico que nos corroe,
y cada respiración del fuego del sonido enciende y apaga circuitos,
degradando asombros sin piedad en nuestras conexiones, en los huesos
del oxígeno claustrofóbico, una a una, temblando de miedos.
 
El presente es un raudal de pisadas lentas que se diluyen como
descargas de potenciales de acción en declive,
perdiéndose en un vacío declarativo en el bulbo universal,
de otoños contorsionados, como una señal de palabras extraviadas,
como un desconsuelo venenoso donde nos rendimos
ante el naufragio de impulsos fugaces.
Hoy, el hipotálamo registra nuestras pesadillas con despiadada precisión,
dejando en la corteza una nota de silencio, una pausa de neuronas vivas
que apaga el ánimo, que adormece la acción, revelando
la frágil orquesta de nuestra existencia.
 
Este hoy cae como un goteo de neurotransmisores en la vigilia,
como destellos en la memoria repetida de la apnea del sueño, que afina
mis oídos para sintonizar con el universo oculto de mi ser, o como
la mielina erosionándose en el reflejo de un sedativo del recuerdo.
¿Para qué hablar del mañana, si cada conexión es niebla sobre la almohada
y el futuro solo una red de impulsos sin mapa, una red de neuronas tejiendo
fantasías en la niebla sináptica, hilando los sueños que definen
nuestra travesía humana?
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 25 de octubre de 2024

Arquitectura Sintética del Crepúsculo

 En el laboratorio de crepúsculos sintéticos,
manipulo la arquitectura y el florero de la vida;
los saltos cuánticos, codificados por manos humanas, se desvanecen,
rediseñando el azul profundo de la orquídea evaporada;
aquí, los destellos de las orquídeas se reprograman solas,
floreciendo en un ciclo perpetuo de días venideros.
 
Microscopios y pipetas son mis pinceles y paletas,
realzando y esbozando el futuro en placas de Petri, mi consciencia digital,
donde células y virus se entrelazan en los pastos sintéticos del cielo.
Pieles parpadeantes en un baile de creación y control,
fabricando vacunas, tejidos, quizás una cura para una aurora enferma.
¡Ah, floreros en sinfonías de colores binarios,
vibran como humus bajo lunas fragmentadas!
 
Cada muestra es un poema de posibilidades; en silencios reconfigurados,
cada resultado, un verso en la saga de la ciencia, en los bytes de
crepúsculos simulados y parpadeantes. Aquí, entre probetas y datos,
la poesía se vuelve palpable, crepúsculos de corazones biónicos,
tan reales como las palpitantes orquídeas de jardines oleosos bajo la lluvia ácida.
Ácidos los crepúsculos, enfermas las auroras, se reformulan,
creando avatares sintéticos, convalecientes o perdidos en la eternidad virtual.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 24 de octubre de 2024

Polinomios de la Pasión"

 Este polinomio de gentil paciencia, encendido,
aviva luz con destellos abstractos, seductiva diplomacia,
abriéndose desde su propio núcleo.
Saboreando un ángulo convexo, su elixir más refractado,
su perfume poligonal y seguro,
sintiendo en cada axioma la emoción trémula del aire,
en el cero de su interior, en la factorización solitaria
del agua desde sus coordenadas polares hasta la cosecante
de su sutil admiración. ¡Oh, ojo del celaje poligonal,
del árbol cúbico de tristeza, por su común denominador,
vamos juntos de la mano!
Este polinomio de gentil paciencia, encendido,
habla solo por un diámetro disconforme de pasión;
revienta divisivo en el cálculo de sus pulsaciones,
apretado a su error absoluto, ya fragmentado de zozobra,
inmolándose entre las escalas métricas de su desilusión,
mientras un exceso esférico argumenta, hincha su ternura
y hace más matemática la vida, el llanto factorial, y el siempre…
Ivette Mendoza Fajardo



Mercurio y Escándalo: Las Lágrimas del Estruendo

 Se ha fotografiado desde el cielo la torre del alfil
forzada, gibosa, a ayudarle a la gota del glóbulo eterno.
La gangosidad espesa manilarga se retuerce y se deshace,
en mística modorra en olas plañideras;
se constriñe y alarga, se fracciona y en tranquilidad albardada,
se enoja y rebosa como un fariseo impetuoso hasta desvanecerse.
El emolumento condensado purga y no avanza asalariado:
garabatea, guiña, estrangula;
su injurioso júbilo de nitrógeno, esa gaseosa llorada y jovial,
está ahí siempre en el incansable embrollo de gemelos gemidos,
y la galvanizada marea de la espina contemporánea y pluvial,
mercurio del estruendo en el agua mártir, frontera de sollozos en el caos.
Se ha fotografiado desde el cielo la torre del alfil.
La reina vanidosa es difícil de acorralar, de darle jaque mate.
Tal vez sea mejor dejarla sola noche tras noche,
erosionándose en el resplandor del escándalo hasta que
se purifique por sí misma.
O que sufra en su pecho lechoso de lentejuelas,
adicta a su malestar
de varicela empoderada, o se diluya en su modorra
fotográfica matasano.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 23 de octubre de 2024

Melodías de Albaricoque y Acero

 Albaricoques defensivos, emergidos de mi diligente charca emotiva digital,
con sus dientes de leche, atrapados en la enredadera azucarada de mi sangre,
devoran con fervor la magnífica oscuridad.
Mientras cada atardecer enajenado se eleva para descifrar
un renacimiento extraviado, todo sucede cerca de mis soledades.
Hoy, olfatean tus temores más primitivos, cuando en mi interior,
excavan en las profundidades mentales un romance cuajado en hielo;
lisonjero, así desnudo, también allí se derrite el acero de tu amor.
Arañan los suaves contornos de tus desvelos fallidos, y en la galería
de tus pupilas se resguardan tus más ostentosas pulsiones ocultas.
Sin comprender, tras los calabozos de tu yo pasado,
observan asombrados las gorras de la emoción en el tejido de tu ser,
que, henchido de existencia, sangra rutinas y recuerdos.
Albaricoques anidan en las blandas ranuras de las campanas,
que engullen esos frutos sumidos en sus melodías ding dong;
y en tu memoria montañera, otras lunas, con bocas de pellizcos, no toleran tanta
constante clarividencia. ¡Ay, albaricoques! Así son los sueños en la diablura copetuda
de tus tallos demenciales: criaturas taciturnas con sonrisas de cataratas en
el feroz infierno de esta selva cotidiana, nuestra amnesia, que al crepúsculo
encariñado se aferra a la ciencia recurrente, alimentando el amor titánico
de nuestras conciencias.
Ivette Mendoza Fajardo



Escultora de la Luz

 Fragmentos urgentes de artesanías fugaces,
esculpiendo locuras desatadas,
arrancando vigor de apatías tercas, mientras
derrumban rigideces que ondulan oscuros velos
de marmotas del insomnio. Caen desde el cielo
como estrellas adormecidas por el tiempo.
Anhelo artífice donde suplico con los dedos
del conocimiento, el danzar inmortal del mundo
bajo murallas doradas.
Anhelos bifurcados siegan cosechas de maderas indecisas,
de afirmarse a sí mismas, retadas a afrentar su entorno inmediato,
veladas por extraños rugidos de sus desilusiones,
rellenando abismos, incubando lamentos olvidados.
Forjador del instante que labra las necesidades de
sutilezas desde estampillas de visones amarillas,
sellos olvidados que llevaban historias sepultadas,
desoladas, esculpidas sin voces mitológicas,
por antiguas yuntas rellenas de gritos descosidos, donde
siglos transmisores esculpen mi dominio actual.
No esculpo dudas, solo el ocaso del espectáculo
teatral. ¿Qué me espera ahora al borrar las dudas y
tocar mis propios sueños con los dedos?
¡Oh, certeza que despliega un universo de posibilidades,
modelando las sombras de los gritos descosidos
en un resplandor nuevo, nítido, eterno, para aclarar
la firme decisión de ser la escultora de la luz!
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 22 de octubre de 2024

Partículas en Colisión

 ¿Cómo se siente el placer de perderse entre
máscaras metálicas y rostros pulidos
por émbolos torneados?
Es como ocultarse en alfabetos gastados,
mezclados con sudores cuneiformes,
que vibran en la rutina quebradiza de la historia.
 
Mi descontento es una gigantesca tecla digital,
rugiendo como pestañas feroces en una Troya interna,
donde lo sitiado y lo que asedia se confunden,
fluyen en ríos de indecencia:
una paradoja del cortejo social,
nadando como partículas en un colisionador
en aguas suspendidas.
 
No rindo cuentas al guardián de lo correcto.
Prefiero la lluvia sin destino que azota mi memoria,
una chispa de conspiración en el aire, sin filtro,
que exhala verdades insatisfechas
dibujando círculos decrépitos en la tarde rota.
 
Sé que un día, el adiós y la espera que simula
astros en mis dolores,
no será más que un retumbo, como aquel que resuena en la nada.
Una sombra de lo que fui, un viaje por este mundo,
reflejo apalabrado y encadenado a un sueño existencial en la niebla.
Mi soledad, perdida en tus ojos, lazos de amores fugaces,
se disuelven en la corriente, estrangulando nuestros días.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 21 de octubre de 2024

Pixeles y Purificaciones

 

Puedo transformarme en cielos copiosos de lluvias multicolores,
en el violín de la corazonada de la melodía detallista que eterniza tu talento,
en tu pluma de placeres con aromas pensativos, en tu lealtad eterna,
para escribir el convenio mono cultivado del amor antes de que amanezca.
Yo, el alfiler liberador que, como bálsamo místico, pincha tu dolor y lo sana,
recorriendo y suavizando sus contornos más agudos,
o la aldaba precisa, casi matemática, que revela un nirvana terrenal palpable
en los hilos comunicativos del presentimiento.
Puedo transformarme como el can que, con cada lamido, disuelve las cicatrices
dejadas por las garras de injusticias pasadas,
o mejor aún, en borrador digital de Photoshop para crearte un mundo neoliberal,
que borre nuestras quejas, que limpie nuestro paladar para saborear
días de quimeras emancipadoras de vergeles cibernéticos;
mientras recolectamos nuestras memorias impolutas como datos preciosos,
almacenándolas cuidadosamente en el RAM de mi ordenador,
que nos acoja en el monitor de fantasías y nos permita vivir solo
en tu abrazo pixelado y fulguroso.
¡Puedo sentir cómo en ese último refugio, me transformo
para purificar las aguas inquietas de tu nombre!
Ivette Mendoza Fajardo



El Encantamiento de la Noche Fluorita

 Acostada sobre la mácula de metal herbáceo,

bajo la culpa estrellada de la funda de los ensueños,
llueve sobre los camanances de la
luna tejedora de hechizos.
Con la máquina del mito que inicia un nuevo día,
despierta una mitología relampagueante de sentimientos:
conmociones, efusiones, espejismos.

Mientras transitan por el nacarado encuentro,
nacen páramos de luna de parafina soñolientas
entre ensueños y quimeras.
Sus tronos entreabiertos, mecidos por el viento,
dibujan una neoclásica sonrisa suelta
de prados escondidos.

El alma suspira con destellos de entereza
bajo el encantamiento de la noche fluorita,
y su pulso de octubre, en el juicio de la espera,
marca el compás de un tiempo suspendido.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 20 de octubre de 2024

Dentelladas de una Memoria Fugaz

 Ven corre, aullido de sombras,
sagaz espectro sollozante de sed inerte.
 
Cuando tu pectoral ácido rasga,
espolón agudo del alba en semicírculo,
circula en mis venas un sonido quebradizo,
y salival como agua fúnebre reptando,
desde alguna guarida donde
agoniza la vigilia de huesos en floración.
 
¿Es la dentellada fugaz o el laberinto
que agranda esta memoria?
Ven, recoge las greñas del insomnio,
guarda en tu coraza de noche
las almas magulladas del descanso.
 
Yo, guerrera del estruendo y la penumbra,
me cierro en mi refugio donairoso tenaz
y atravieso la piel de tus aprensiones,
despojándote de todo brío y clamor,
mientras gotea un consabido sol bruno
por los rincones taciturnos.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 19 de octubre de 2024

Anarquía de los Nenúfares

 Un crepúsculo suspendido descifra el cosmos, en calma,

espejando en su iris de solsticio el juego de la luz celestial.
Esa mirada, forjada en vigilancia, es emboscada por anarquías,
ascendiendo por lianas cristalinas,
esculpiendo dagas en laberintos de estrellas y ríos,
donde las llamas de la percepción susurran secretos
de los nenúfares que danzan bajo un velo de luz prismática.
 
En este entrelazado de realidades, emerge
una constelación de delfines sabios y cristales vivos,
navegando mares de quimeras audaces,
suplicando una revelación entre susurros ansiosos,
y revelando vislumbres de efluvios oceánicos
que subyugan la oscuridad de la pupila dilatada,
ahora vibrante, guiada por fuerzas centrípetas
hacia un torrente vigoroso que atraviesa
la cima de un manto verde y diáfano.
 
Este río de pensamientos y silencios,
con su fina silueta de cristal puntiagudo,
custodia el silencio de los vacíos inexplorados,
último bastión de un santuario olvidado.
¿Quién dirige este suave desfile cuando el llanto
ya no resuena en mi ser?

Ivett Mendoza Fajardo



viernes, 18 de octubre de 2024

Cenit de los Misterios Indómitos

 Ante Jeruza, que llena de corolas la desolación augurada,
las astucias trepadoras de la libertad y los
multiplicadores de ansiedad, que nunca me advirtieron,
hoy callan en el faldón de mi cenit alborotado.
¿Qué significan esas tristezas errantes
que escuchan el reír salvaje del henequén?


Las vidas, ya carentes de aromas onerosos sobre pieles espectrales,
tejen misterios que proyectan un porvenir inasequible
en soledades astronómicas e indómitas.
Esto no es una fuente de aire que oculta la magia de su tacto,
sin saber cómo ocurrió, ¿tocar qué? Pasó como un dios iluminado,
invisible en su divinidad.


Escucho un cuchicheo, mártir sombrío de la palabra,
que se desliza solo para enturbiar la melancolía lánguida.
Irrumpe la música hertziana en la noche de orquídeas,
embriagadas de fulgores astrales.


Ah, girando por las esquinas confinadas de la memoria de mi alma,
palmeras siderales en islas de esplendor fenecido
regresan desde la profundidad de un lirismo desdeñoso.
¿Quién cabalga por la mano trepadora de un juego de dados,
equilibrados en los ejes mimosos y patidifusos astrales?
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 17 de octubre de 2024

El Semáforo de la Nostalgia

 Aquí la cerradura habita su soltería perpetua,
redime su existencia en una resonancia de algarabía inmensurable.
Es la dicha del tiempo donde la mar susurra secretos al oído del océano,
donde un coro de ninfas y náyades
navega desde su ternura marina hacia confines celestiales.
Avivando la memoria de arenas filosóficas,
trazando el omóplato tembloroso de los cactos,
el viento cambiante coquetea con un cielo preñado de diluvios
junto a sus costillas vibrantes.
La brisa meticulosa acoge
enmiendas de los correos electrónicos
que susurran su anhelo al tímpano del azar.
¡Aurora difractada, aurora del bronce sumergido en su propia esencia!
No levantes un estandarte para la alborada retorcida de los tiempos:
¡mira cómo se agita vigorosamente!
Iracundamente, el sol jilguero besa sus mejillas. La distancia es su mirada.
Al caer la tarde, la nostalgia inventa un semáforo de la impaciencia:
nace el beso de un recreo astral.
Otro, en el alba de su existencia, un frágil explorador estelar
se eleva hacia las cumbres:
nacen las estrellas ninfas...
Los insectos del alba forjan sus destinos, desvelando su enigma.
Ivette Mendoza Fajardo




Ondinas de Cuarzo

 El cuerpo núbil sostiene su cetro monovalente,
eterniza las promesas de la fusta en el amor.
El inicio de otra época helicoidal, prominente
y metódica de confusos raudales en la ojeriza astral.
Una promesa, esfera brillante, penetra como luz de
esquirlas oscuras que distinguen el suicidio en la selva umbría
de un silencio de encajes imprevistos con sedes
feroces del mañana.
 
Indescifrables agonías del sustento suenan como
torsos musicales, cuarzo remando mares
en ondinas serpenteantes,
descreídas de brumas sin razón, con suspiros de glorias y
vestiduras desgastadas de auroras en galanterías bélicas.
 
Soy un sueño insurrecto que revive la daga del segundo,
herido por diademas del caos que fraguan crímenes sombríos.
Trayectos tornasolados, emanados de la caja de Pandora, que han llegado
a fecundar la historia sobre el soborno de los fuegos desconectados,
tapizadas en la mudez pálida de un alba instruida en cosas
inmateriales.
 
Cada ocaso sucesivo, el tiempo se desgasta en desórdenes tentadores.
Y el sol distante, atrapado en mis dedos sin ver la luz
de sus cielos, flota dentro de mi esencia, aquí, presente.
Ivette Mendoza Fajardo