Cenit de los Misterios Indómitos
Ante Jeruza, que llena de corolas la desolación augurada,
las astucias trepadoras de la libertad y los
multiplicadores de ansiedad, que nunca me advirtieron,
hoy callan en el faldón de mi cenit alborotado.
¿Qué significan esas tristezas errantes
que escuchan el reír salvaje del henequén?
Las vidas, ya carentes de aromas onerosos sobre pieles espectrales,
tejen misterios que proyectan un porvenir inasequible
en soledades astronómicas e indómitas.
Esto no es una fuente de aire que oculta la magia de su tacto,
sin saber cómo ocurrió, ¿tocar qué? Pasó como un dios iluminado,
invisible en su divinidad.
Escucho un cuchicheo, mártir sombrío de la palabra,
que se desliza solo para enturbiar la melancolía lánguida.
Irrumpe la música hertziana en la noche de orquídeas,
embriagadas de fulgores astrales.
Ah, girando por las esquinas confinadas de la memoria de mi alma,
palmeras siderales en islas de esplendor fenecido
regresan desde la profundidad de un lirismo desdeñoso.
¿Quién cabalga por la mano trepadora de un juego de dados,
equilibrados en los ejes mimosos y patidifusos astrales?
Ivette Mendoza Fajardo