El Rechiflar Bermejo del Sueño Eterno
Sutileza macerando rendijas escarpadas
de entonación fricativa y despilfarrada.
La quietud compara la tarántula del virgo
y la voz de platillo holoceno para
amedrentarlos.
Los huesos, con todo el dentífrico de
ínfula informática,
insinúan lo sagrado del gato de Birmania,
mudable,
mundano de redonda penitencia, vasto
reflector:
orejas semiconsonantes, garras tapayaguas,
melenas voraginosas, piel silbante y
mistificada,
en una cíclica hermosura del reflejo castaño.
Madura por madurar, recorre la cuesta del
alma
en bicicleta. Odorífico rechiflar bermejo,
óbolo con manchas inextricables, se
magnetizan solos.
¡La pujante palpitación meteorológica del
deleite!
Por sorprendente menopausia, la
magnanimidad
se agrega jugueteando en las dádivas
picarescas.
Una gaveta que lacea el mentón Herculano
no mortificará en su reverso pecoso. Se
deslustran,
excepto la pregunta detestable de su
abolladura arseniosa.
La mansedumbre pierde dientes, deduciendo
otro sueño,
moteado de sus elogios, exudado desde el
latón universal.
Ivette Mendoza Fajardo