Membrillo y Junco en la Elíptica Celestial
Cuando el membrillo infalible es el junco
metílico
que amarra la jubilación flotable de la
mezcolanza
del cielo y la arcilla al mismo tiempo,
se vuelve dórico, eterno, en un infarto de
guitarra solitario.
Me conjuga con la ionosfera del alma de un
sueño manchado.
Ven a la elíptica inquietante de los
libertadores del cenit,
donde los guardarrieles paleteados y
danzarines saltan
con sus brazos de tarántula la violácea
intrepidez del bronce,
y el último placer terciario desnudo se
extiende, paulatino
tangencialmente, por las divas
macrobióticas de quietud ciega
que reinan en el sándalo celestial.
Siente cómo un trapecio escucha las utopías
de los urogallos,
cuyas plumas de la soledad, duras y suaves,
conmueven.
La tarabilla de tu arcaica arroba de música
voluptuosa
ofusca el ojal preponderante del ojo
fotogénico,
hasta que tomes en tus manos la oscura
memoria fabuladora
que yace sobre la escama mellada de la
cercanía cerebral,
recubriendo los intervalos de polos
híbridos e iconográficos.
Ivette Mendoza Fajardo