Los lapsos caen grisáceos sobre la cuerda equinoccial
Los lapsos caen grisáceos sobre la cuerda
equinoccial
colocando estremecidas las resonancias de la
literatura
adiposa.
Ha llegado un mal de ojos a mis palabras nefelibatas.
Un tiempo mundano, culposo de pesimismo a
mis vertebras cursivas,
similar a ver su ocaso aniquilado de
lealtad,
curioseando entre los pilares anestesiados
de futuros.
Arribaría bien hoy el paralelepípedo enojo
de tu amor
para que escuchen estas puertas sus agravios
convincentes.
Sus nacientes tradiciones
es el día exacto para ponerse a opinar
ante su restringente perfil sobre calabazas
excogitables,
como consuelo a la perplejidad en extravagancia
magna.
¿A lo mejor esta noche provoca su primer
ajuste radial
e insistirá que duerma en su quinta
resonancia?
¡Que me juzgue el trueno en su debilidad
emocional!
Bajo la tierra se escribe azul con su última
neurona.
¡Shhhh! Déjalo dormir.
The lapses fall
grayish over the equinoctial rope
The lapses fall
grayish over the equinoctial rope,
placing trembling the
resonances of adipose literature.
A malady of eyes has
befallen my cloud-wandering words.
A mundane time, guilty
of pessimism to my cursive vertebrae,
akin to seeing its
loyalty-annihilated sunset,
curious among the
anesthetized pillars of futures.
Today would arrive
well the parallelepiped anger of your love,
so that these doors
may hear its convincing grievances.
Its nascent traditions
is the exact day to
start opening
before its restrictive
profile over conceivable pumpkins,
as consolation to the
perplexity in great extravagance.
Perhaps tonight it will
provoke its first radial adjustment
and will insist that I
sleep in its fifth resonance?
Let the thunder judge
me in its emotional weakness!
Underground, blue is
written with its last neuron.
Shhhh! Let him sleep.
Ivette Mendoza Fajardo