Llama, aguaviva

Llama, aguaviva. No se escucha claridad.
Ni el gozo en armonía
apenas duda recién engañada,
como la enredada alameda
de extraños colores.
Llama tu ciego silencio resucitado,
revelando mi imagen
en todas las redes.
Urdimbre, ráfagas de viento
demacran tu sendero.
Danza, danza el pájaro y navega.
Búho que ilumina la ciencia
con mucha certeza,
pero nadie lo sabe,
solo el solitario borde de mis penas,
de plumas todo se mueve.

Por el mismo ende                                              

vuelvo victoriosa a la realidad del átomo,
con interrogantes diminutas,
que preguntan sorpresivamente,
y me desvanezco sin que nadie me vea.

Ivette Mendoza

 

Se tienta contra toda ingenuidad

Se tienta contra toda ingenuidad
de la orquídea al clavel, contra el viento,

Junto a lianas en las cuevas, contra el cielo,
movidas de ajedrez, contra el jaque mate,
al tango argentino alcanzando toda nube.
Se maja, se destruye acabadita de guarecerse
hasta cuando el gallo canta, contra castañuelas
que insuflan siempre virtud o ignorancia,
si era perseguida, con el láser duro y violeta
como cósmica elegía, importando un pepino,
dejando la cicuta lágrima, desde el pilar pétreo
al quebradizo borde del balcón contra la puerta.

Ivette Mendoza

Blancas magnolias

Blancas magnolias de tersas caricias
que perfuman eternamente
un manantial de auroras
más un olvidado corazón

de cálido furor que sueña,
va palpitando,
murmurando

en plenilunio
romántico.

Ivette Mendoza