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lunes, 2 de mayo de 2016

Beberse un estero de mandarinas



Beberse un estero de mandarinas
Beberse su fruición de ensueño
Sexo de halago, medicina de locura,
Llama que muerde su dentadura,
Túnel velante, dentadura atlante.
Vuelve el cóndor, al deliro del poniente
Sed de la vaina en el fúlgido verbo
Es fúlgido, es oscuro, es lacónico,
Es draconiano, viene de Marte,
Murmura la nave dentro de mí,
Y yo la vi y la vencí y la conocí.
Manzanos hermanos agarrados
De la mano, me llaman por mi segundo
Apellido, pero no se acuerdan de mí.
Aunque abajo, mis ojos siguen
Cobrando milagros
Que son binarios que son arios
Con brazos secretos que van en cuartetos,
Ningún suspiro alcanza mi
Inexpresable amor por ti.
Ivette Mendoza

Aquí la noche atrapada



Aquí la noche atrapada en su martirio parapsicológico,
En su bola de cristal, en su cántaro roto.
Encumbra a  la soberanía del silencio,
Al valle de madera,  a pesquisar a los cielos.
Tres golpes del martillo, clavando, sonando
Para imitar la metálica voz del espejo.
Los tres pelos del diablo cantando
Las ansiedades de Dios que no puede expresar.
Más rojo que nunca, más incinerado que siempre
El diablo es diablo y no puede cambiar,
Cambia pero nadie puede ver su cambio
Y su cambio es una paranoia mimetizada.
Bajo el incesto de la estatua quebrada
La orgía de la teología y su vahído, balanceándose
Como el agua salpicada de salpullido,
Como la cólera demencial de las campanas,
Se balancea, se sigue balanceando
En los medievales templos del gallo
En la luxación de sus huesos de cemento
Y su paranormal puerta amarilla, la puerta sombría.
Y por los peldaños del calderón, su última función.
Ivette Mendoza

domingo, 1 de mayo de 2016

Cuerpo solitario



Cuerpo solitario fantasma, ectoplasma
Explora su mundo mellizo, castizo
En el esplendor romano, sano, insano,
De aves y muros, de peces y pilares
Que nos señala hacia la era virtual.

Cada noche, cada momento se tienta Nerón
Se tienta llorón, amargo y atolondrado
Ciudad que quema al verse desafiado,
Desata su burla en un arco de palomas
Se asoma con triunfo dantesco.

Luz que me quiere, más cerca de donde estoy,
Señal de vectores señalando la claridad
Festejan el parir y el morir de las almas.
El imperio romano era sólo una libélula
Aleteando encima del fuego.
Ivette Mendoza