En los hemorrágicos deseos del ayer
En los hemorrágicos
deseos del ayer, del
Infinito hoy y del inexistente mañana,
¿no son acaso las sábanas astrales el
lienzo
donde se dibujan nuestras almas errantes?
Como una figura indomable en metafísica
melancólica. Penumbra inquisitiva dentro
de sueños lúcidos, en los espejos del
límbico atardecer, ganas una lágrima
enaltecida y desdoblada en pasión.
¡Merece crecer dentro de la muerte,
esa paradoja donde florecen los
renacimientos!
Un canto angelical y fatigado, es la
tormenta
que relampaguea el alba en el punto más
retórico y demencial, bajo sus auras
de índigo colores, rompe sus oscuras
cadenas
hasta dar un salto cuántico inmerso en la
eternidad.
Oh, luz sin ataduras, cáscara de la
alborada,
llegas en cuerpo núbil y sutil, llegas por
la
ilusión causativa y desmemoriada del
espacio
y tiempo, mil años luz para esta pobre
existencia.
¿Quién, sino Orfeo, podría corregir el ego
del crepúsculo,
a la hora inexacta, truenos de pensamientos
cual gárgolas
burlescas y azotadoras, cerré los ojos en
tu presencia,
pero tu opacidad me estremeció el centro de
mi
simiente y tempestades galopaban en la
rosa luminosa, en los vergeles purísimos
de los cielos?
In the hemorrhagic
desires of yesterday
In the hemorrhagic
desires of yesterday, of
the infinite today and
the nonexistent tomorrow,
are not the astral
sheets the canvas
where our wandering
souls are drawn?
Like an indomitable
figure in melancholic
metaphysics.
Inquisitive twilight within
lucid dreams, in the
mirrors of
the limbic dusk, you
win a tear
exalted and unfolded
in passion.
Deserving to grow
within death,
that paradox where
rebirths flourish!
An angelic and weary
chant, it is the storm
that lightnings the
dawn at the most
rhetorical and insane
point, beneath its
indigo-colored auras,
it breaks its dark chains
to make a quantum leap
immersed in eternity.
Oh, unbound light,
shell of the dawn,
you arrive in a nubile
and subtle body, you come by the
causative and
forgetful illusion of space
and time, a thousand
light-years for this poor existence.
Who, if not Orpheus,
could correct the ego of the twilight,
at the inexact hour,
thunders of thoughts like
mocking and scourging
gargoyles,
I closed my eyes in
your presence,
but your opacity shook
the center of my seed,
and tempests galloped
in the
luminous rose, in the
purest orchards
of the heavens?
Ivette Mendoza Fajardo