Copa Imberbe de la Eternidad
No puedo detener el eslabón roquero y
esquivo,
cuando se abre en un confín miriópodo de
cartón
que me dirige hacia la jactanciosa copa
imberbe
de vida eterna.
Se parece a ti,
sabe a fiebre ilesa de aves invasoras, ¡Aunque
no lo creas!
Su cultura ideal es de bravura bajo suelos
de arroyos lobos
cuando intenta esparcir su cobardía
fárfara.
Llovizna casual en distintos diluvios de
lejanías incesantes,
¿Logra ella cristalizar el muñeco arcano en
los ojos
de su imaginación?
Sabe al yerro sobre el descalzo dique,
cada vez que Platón reina apretando
infusiones
que vigilan galimatías llenos de arrumacos.
Sabe a rostrillo,
sabe a rumba del supremo jíbaro
generando sílices que serán
sortilegios para la alusión
antes de propiciar justicia fosforescente
hasta hundirse en el fondo de su fosca
trama,
frente a ti, frente a mí, frente a
nosotros.
La jactanciosa copa imberbe empujaba hacia
adelante
mi deleite de bracear – inequívoco
en un futuro abarco la nada suavemente.
Y jirones del silencio aprenden a andar
fuera
de su existencia.
Ivette Mendoza Fajardo