Corazón Infante de Flaquezas
Bajo a las hijuelas milagrosas de
distancias profanas; pregona el
mitin rábico, todas las tardes, con sus
resúmenes indefinidos,
y son como un antebrazo de cenizas
tumultuosas, sin luz de abismos.
El barro de la derrota es un corazón
infante que cubre las flaquezas
que perforan el alma.
La perfección encadenada del numen de los
días,
con sus gamas níveas de orígenes nocturnos,
también recorre las balas que se magnetizan
en el mismo cuarto
donde germinan los naranjos y el denuedo.
Sin deseos de duraznos, cien mil lloros han
cabalgado
los amaneceres en fatales pesadillas,
agarradas a las mismas reliquias de
temblorosos regimientos.
Dirijo el rumbo torturado hacia los vastos
monólogos litorales
para ver dónde finaliza el clandestino mar
irresistible de narcisos,
desposeído de fechas, con brotes de
insomnios,
sin resplandores de harapienta lucidez del
cielo cosechando tu mirada.
Ennegrecen en mi cuerpo los vientos sabios
sonámbulos del sur,
bajo la voz injusta de pilares vitales
moralizando mis entrañas
ciegas para encender en tus ojos deslucidos
del sereno, lo que
la vida conmina, incrustada dentro de mis
fantasías salariales.
Ivette Mendoza Fajardo
