Las gárgolas del plasma
En la conciencia de silicio flotaba
inadvertido,
en la proyección astral, sin forma que lo
midiera;
la mente, entre pulsos y descargas,
insistía:
viento inmortal — energía — que olía mundos
posibles.
Cuando las gárgolas se rozaban en
destellos,
una chacra cobalto ardía en la ternura del
plasma;
barro translúcido quedaba, resto de vida,
y en los latidos, la matriz de los sueños
—vidrios cuánticos—
guardaba el coraje como brasa que arde,
el dolor como sombra que respira.
Músculos del temblor, de titanio y miedo,
se detienen;
desdoblamiento lento en el río helado
del Jordán de la memoria: ilusiones caen,
hechas ceniza.
Presencia del destino, presagios
vibratorios blandos:
la vastedad no los niega, solo los dobla.
El cielo no es blanco — transforma y se
ofrece.
© 2025 Ivette Urroz.
Ivette Mendoza Fajardo
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