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lunes, 3 de noviembre de 2025

Tejidos del universo

Mientras ahíta el sol del canto y de la osamenta amortajada,
una vehemencia que nunca concluye asciende
por lo más alto de mi desahogo,
en los días más sagrados de su propio cielo.
 
Bajo una lluvia rancia de sangre centellada,
serenan sus poderíos donde el presente es apenas
fantasía y creencia peliblanca; los ensueños,
de cristales y tormento en arcilla,
divinizan los navíos videntes y sus proyecciones corporales
en los tejidos del universo ondulado.
 
Después —tras el alba de carne lacerada—,
el alma se eclipsó, pero ya sin quebranto en las miradas.
Soñé: en los latidos de las vasijas eternas
nació la luz; el oro se deshizo en aspas de fuego,
y solamente apareció la nada, en la penumbra
de un océano de pensamientos índigos,
con celestes alas nuevas que brotaban
del manantial astral de las palabras.
Ivette Mendoza Fajardo