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viernes, 7 de noviembre de 2025

Destino Químico

Se evapora el metal,
su maleabilidad pura se disuelve
en el hidrógeno inducido por la niebla.
Los cationes arrepentidos del enlace π
regresan al fondo del mar,
con rumor de infancia en el acetato.
 
Los peces -celdas del sueño- horadan la forma,
una navegación empírica,
un cabello de hidrocarburo peinando
la penumbra molecular del amanecer.
 
La biología es un réquiem químico.
El destino, magnetizado, y furioso canta,
se adhiere al termostato,
a la vela oscura del electrodo.
En la ecuación de la vida del dolor,
desarma el mito del alma,
y en fría combustión, la oxida.
Una célula recuerda su ceniza.
 
También el electrolito
ha cambiado a noviembre.
Ivette Mendoza Fajardo

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